Capítulo 16: El regreso del rey

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– ¿Eres tú, cariño?

Harry no recibió una respuesta. Dejó la cuchara con la que había estado revolviendo la olla hirviendo en la estufa y cogió la sartén limpia que estaba al lado. Caminó hacia el recibidor de la cabaña. No se oía nada, y él tenía derecho a estar asustado, Draco había salido ya hace una hora y solo.

– Draco, ¿eres tú?

Harry estaba a solo unos pasos. Tras el sonido de la puerta siendo abierta y cerrada, la estancia se había sumido en un silencio absoluto que lo único que hacía era ponerle más nervioso. Cuando ya le faltaba solo una vuelta, inspiró aire profundamente. Fuera quien fuera, no era Draco, y Harry iba a golpearlo hasta la inconsciencia; o al menos eso planeaba, pero en el momento en que su arma rasgó el aire, vio a la alta figura agacharse hábilmente para esquivar el golpe, quedando tras de Harry, envolviéndolo en un abrazo.

– ¿Pensabas matarme con una sartén? ¿Y así te haces llamar mago, amor?

– Draco! – Exclamó Harry con alivio – ¡Casi me matas de un susto! ¡No vuelvas a hacer eso!

Draco le respondió con una dulce risa.

– Siempre estás tan asustado, y sinceramente no sé de qué, Harry... Me tienes confundido... – Dijo con suavidad

Harry giró su cabeza para verlo. Podía ver la inocencia brillar en los ojos de Draco; pero él conocía demasiado a su serpiente como para caer en ese truco.

– Muy bueno. Los ojitos, el ceño fruncido y la sonrisita... – Dijo señalando con el índice la cara de Draco, quien borró su sonrisa y volvió a su expresión altanera – ...pero sabes que si quieres saber algo solo tienes que preguntarme, este truquito de asustarme casi me cuesta la vida...

Draco bufó y soltó a Harry, que se volteó completamente hasta quedar frente a él.

– Que dramático, Potter

- No! – Exclamó Harry (dramáticamente, a decir verdad) alargando la "o" – Otra vez con el Potter. Acabo de perder todo mi trabajo del último mes.

Draco lo vio hacer un puchero, como un niño pequeño, y se acercó para atrapar sus labios en un cálido beso.

– Te amo, cariño... pero estoy cansado... de estar aquí recluido, de esconderme, quiero saber de qué. Sé que no es solo la enfermedad, es algo más... Lo puedo sentir... todo tu miedo dentro de mí... no sé cómo, pero está ahí y me da tristeza sentir todo el terror que sufres... Si al menos supiera por qué...

Harry suspiró. Sí le había estado ocultando algo a Draco. Algo que había descubierto la mañana siguiente al día en que Draco le dijo que lo amaba. Sabía que si Draco se enteraba no se asustaría como él. Draco era valiente, altanero y orgulloso. No permitiría que alguien lo obligara a vivir asustado como lo hacía Harry, pero no podía ser de otra forma después de perder a toda su familia en sus manos.

– Es hora de que hablemos, Draco.

– Finalmente.

Harry fue hasta la sala, con Draco siguiéndolo silenciosamente. Ambos se sentaron. Tras un suspiro, llevo la mirada hacia su pareja, quien ahora le miraba con real preocupación, pero igual tomó su mano disimuladamente y lo animó con una sonrisa.

– Lamento habértelo ocultado, Draco.

– Bueno, sabía que me ocultabas algo, si de verdad me importara mucho te hubiera pedido que me lo dijeras hace tiempo.

– De cualquier manera, no debí habértelo ocultado. Draco... estás en peligro

Él ni siquiera se inmutó.

El Paraíso EternoWhere stories live. Discover now