Primer día.

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Era una mañana tranquila, como era usual en aquella grande ciudad.
Los niños se levantaban, las madres o padres preparaban sus almuerzos, y los adultos se alistaban para trabajar.

Los autos pasando se detenían ante los semáforos, y las personas aprovechaban para caminar.

Una ciudad con mucha alegría, excepto por una rubia preocupada por llegar tarde el primer día de clases.

-¡Lo siento! ¡Disculpe! ¡Lo lamento! ¡Con permiso! ¡De verdad lo siento!

Aquella rubia pasaba corriendo entre la gente, apurada por llegar a aquella universidad.

Su mente se despejó al ver la universidad en frente de ella y notar que aún faltaban veinte minutos para la primera clase.

-¡Agh! -salió de una azabache que chocó con aquella rubia que aún se encontraba corriendo hasta antes de chocar- ¿Estás bien?

La pelinegra, con expresión indiferente, le ofreció la mano a la chica en el suelo, quien a pesar de que era ella la que iba corriendo, fue la que cayó al piso.

-Sí. Muchas gracias. -dijo la rubia con una sonrisa mientras tomaba la mano de aquella seria chica- Lo siento, estaba apurada.

-Sí, se te notaba. -dijo la azabache con seriedad ahora de brazos cruzados y recargada en el casillero del pasillo- ¿Y ahora no? ¿O por qué sigues aquí?

La rubia alzó la vista hacia la mayor analizándola.

Aquella azabache era alta y pelinegra, de ojos verdes grisáceos, indiferentes y ciertamente hermosa. Pero con una belleza diferente a lo usual, algo que aquella rubia no conocía y que le fascinaba la idea de poder experimentarlo.

La rubia bajó su mirada, y observó como tenía bastante definidos los musculos de su cuerpo a pesar de ser una chica delgada. También tenía manos delgadas y firmes, un rasgo algo curioso.
Finalmente, mientras subía la vista, se encontró de nuevo con aquellos ojos verdes, pero que esta vez le daban una mirada fría y algo molesta.

-¿Qué crees que estás haciendo? -cuestionó la mayor retomando la compostura en su parado- ¿Se te perdió algo?

La rubia se sorprendió un poco ante el cambio de actitud de la chica, pero luego consideró que la había ignorado y la había "barrido" con la mirada, así que le entendió un poco.

-A-Ah. Lo lamento. -dijo ahora un tanto nerviosa ante la intimidante mirada de la chica- Es sólo que eres... ¿hipnotizante?

La pelinegra se quedó en blanco ante aquella declaración. ¿Hipnotizante?
Sonrió con diversión y le sacudió un poco el pelo mientras comenzaba a avanzar por un lado.

-Hasta luego, rubia. -dijo de espaldas sin mirar a la chica mientras levantaba la mano en señal de despedida.

-¡Mi nombre es Rapunzel! -dijo la rubia en alto ocasionando que la chica a varios metros de ella se volteara con una sonrisa algo divertida.

La pelinegra hizo contacto visual con aquella rubia de ojos esmeralda durante unos segundos, y suspiró divertida.

-En ese caso, un gusto, Rapunzel. -dijo la chica haciendo una reverencia al estilo caballero para luego mirarle con esa misma sonrisa, darse la vuelta, y esta vez irse sin voltear atrás.

La rubia se quedó viendo como aquella misteriosa pelinegra desaparecía entre los demás universitarios.

Ciertamente le hipnotizaba.

-Conque te topaste con Cassandra, eh? -se escuchó detrás de la rubia asustándola un poco- ¿Qué te pareció? ¿Horrible? ¿Arrogante? ¿Engreída?

La rubia le miró con confusión.

-La verdad es que no... ¿Se llama Cassandra? -cuestionó con incredulidad la chica.

Aquel chico castaño y alto la vio con sorpresa al notar que la chica no estaba bromeando.

-A ver, a ver. -dijo el chico mientras se frotaba la sien- ¿No sabes quién es Cassandra?

La chica negó con la cabeza.

-¿Eso significa que tampoco sabes quién soy? -cuestionó para nuevamente obtener una negación por parte de la chica- Creí que todos me conocían.

El chico quería no demostrarlo, sin embargo se le notaba a kilómetros su decepción en el rostro "ocultado" por una sonrisa algo tonta.

-Lo siento... -dijo la chica un tanto culpable al mirar al chico en ese estado- Debe ser porque soy nueva. Recién llegué hoy.

Al chico castaño se le iluminó el rostro ante aquella declaración.

-¡Ja! ¡Ya decía yo que nadie en esta universidad podía no conocerme! -comenzó a decir el chico con arrogancia- ¡Es porque tú eres nueva!

La rubia se rio un poco ante la reacción del chico.

-Escucha rubia, yo soy el guapísimo Flynn Rider, dueño de tu corazón. -dijo con sumo coqueteo incomodando un poco a la chica en frente de él- Y has tenido la suerte de toparte conmigo, el chico más popular de esta universidad. Capitán de equipo de fútbol Americano.

La chica le miró un tanto divertida. En definitiva, el castaño tenía una muy alta autoestima.

-¿Y Cassandra? -preguntó con curiosidad recordando que se había sorprendido por no conocerla.

Al chico se le quitó su cara de "soy el dueño del mundo" para mirar a la chica con algo de agobio.

-Ah... ella... -comenzó a decir con sumo desgano mientras se agarraba el cuello- Sí, también es conocida por aquí. Todos creen que es genial por su actitud seria y su vibra súper madura, pero yo creo que es una tontería. Ni siquiera se me compara.

La chica rio un poco.

-Oye rubia. -dijo el castaño llamando su atención- ¿Qué viniste a estudiar a corona?

-Mi nombre es Rapunzel. Gracias. -comenzó a la chica aclarando- Y estoy aquí para estudiar artes y humanidades.

-¿Sabes? No me sorprende. -dijo el chico analizándola- Me tengo que ir, así que te dejo Rapunzel.

La chica asintió y pasó por a un lado del chico, sin notar, que este le seguía con la mirada.

Llegó a su clase respectiva, en la cual ya faltaban tres minutos para aquel toque.

Concentrada, y con algo de emoción, miraba al pizarrón.
La extraña bienvenida a la Universidad, ciertamente le había divertido, y algo le decía, que ella tendría mucho de ello de aquel día en adelante.

En definitiva, su vida comenzaba a dar un giro de 180° sin que ella se diera cuenta.

Verte como yo te veo  [Cassunzel AU]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt