"Ella no me gusta..."

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Las chicas estaban agotadas. Subieron al ascensor y pararon en el quinto piso.

-Creo... que es este. -dijo la pelinegra deteniéndose en una puerta con el número 505.

Puso las llaves y las tres chicas entraron a la habitación.

Para ser una habitación estándar era bastante buena.

Era amplia, bastante.
Contaba con una cama matrimonial, un clóset, un baño con separación, una mesa de noche, un escritorio y un pequeño sofá donde cabían dos personas cómodamente. Lo demás era espacio libre.

La rubia no tardó en aventarse en la cama.

-Ahh. Esto es vida. -soltó con los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro.

La albina la miró divertida y también saltó hacia la cama.

Las chicas rieron al ver como la rubia rebotó cuando la chica cayó en la cama.

-Ven Cassandra. -dijo la rubia entre risas mientras extendía los brazos cual bebé pidiendo un abrazo.

La pelinegra negó con la cabeza, tomó las mochilas de ambas chicas y las acomodó.

Se puso sus audífonos, sacó una libreta de su mochila y se acostó en el pequeño sofá mientras escribía algo.

La rubia se le quedó mirando y al notar que no tenía intenciones de socializar, se giró para hablar con la albina.

-Y... ¿Qué me cuentas? -inició la rubia sonriente mientras se ponía boca abajo.

La albina le miró y se posicionó igual.

-¿Te cuento algo de Cassandra? -cuestionó divertida.

La rubia le miró con suma atención mientras asentía.

La pelinegra no le miró, pero entrecerró los ojos esperando a qué diría.

-Mm... Cassandra es algo bipolar, haciendo que cuando le guste algo, trate de ignorarlo o fingir que no le importa a toda costa. -soltó con una sonrisa algo burlesca mirando de reojo a la peliteñida quien sólo apretó el cuaderno en sus manos fingiendo no escuchar.

-¿Por qué? -cuestionó la rubia un tanto confundida.

-No lo sé. -continuó diciendo mientras sonreía- Supongo que se siente vulnerable cuando le gusta algo... o alguien.

La rubia se sonrojó.

La albina no podía hablar de ella... ¿no?

Además, ¿por qué pensaría eso? A ella sólo le llamaba la atención la pelinegra como amiga. Sí, eso era.

No había razón para enamorarse de aquel pelo negro azabache, o de aquellos ojos verdes grisáceos que podían ser tan cálidos como fríos, o de aquel par de labios rosado escarlata bien formados... no, claro que no, al igual que de aquella pálida piel que hacía que se enrojeciera por cualquier cosa, o que aquellas delgadas y fuertes pero delicadas manos que tenía, o quizás de aquel abdomen al desnudo que había visto aquella vez, tan tonificado con una piel tan pálida, lampiña, tan suave y con una forma tan deseable de tocar...

Mierda.

La rubia sacudió su cabeza negando mientras escondía su rostro más rojo que un tomate en la almohada.

La albina rio un poco. No sabía qué se le había ocurrido a aquella chica, pero alguna idea se daba.

Miró nuevamente de reojo a la pelinegra en el sillón.
Tenía el ceño fruncido y un color escarlata cubría ligeramente sus mejillas mientras fingía seguir concentrada en su libreta.

Verte como yo te veo  [Cassunzel AU]Where stories live. Discover now