No.

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Era una mañana tranquila, como muchas otras.

Una en la que aquella rubia aún no despertaba.
Al menos, no hasta aquel momento.

-¿Estás despierta? -cuestionó una voz desde el lado exterior de la puerta de la rubia- ¿Puedo pasar?

Habían pasado algunos días ya, y por fin aquella extraña y diferente chica se comenzaba a acoplar a Corona.

No había pasado mucho. Después de todo, todos los intentos de hablar con la pelinegra habían sido en vano, y "Cassie", como le solía llamar aquel ojiazul, sólo le hacía caso a este.

-Con tu permiso, voy a pasar. -dijo la chica mientras abría la puerta y divisaba a una rubia aún dormida.

En ese lapso de tiempo, la rubia ojiverde se comenzó a juntar con aquel peculiar grupo conformado por un robusto y alto chico llamado Lance, por  Flynn, por uno ya mayor pero que quería terminar sus estudios llamado pata de garfio, y por un "pequeñín" que nunca terminó la universidad pero sigue intentándolo a pesar de su edad.

-¿Es en serio que sigues dormida? ¿Tienes idea de qué hora es? -dijo la chica mientras obtenía un silencio mortal por parte de aquella ojiverde dormida.

Suspiró.

Si bien Cassandra no había cedido en ningún punto ante los múltiples intentos de la rubia por hablarle y entablar una amistad, era verdad que se había comenzado a acostumbrar a aquella prescencia sonriente y llamativa.

Le miró.

No sabía si eran aquellos rayos de luz entrando por la ventana, o si era el hecho de que aún estaba dormida, o quizás era que jamás se había dado la tarea de prestarle la suficiente atención como para darse cuenta, pero algo era seguro: aquella mañana, la rubia le parecía la chica más hermosa que pudiera haber visto alguna vez.

Acarició su cabello.

Era increíblemente suave y largo.
Como siempre lo usaba agarrado en una coleta o trenza, jamás se había dado cuenta de lo largo que era, o el cómo brillaba intensamente con los primeros rayos de sol.

Era hermoso.

Y aquellas pecas. ¿Desde cuándo estaban ahí? No lo sabía, pero le quedaban perfectas, como si todo de ella hubiera sido hecho específicamente de cierta manera para hacerla la chica más hermosa que hubiera visto alguna vez.

¿Qué estaba pensando?

La pelinegra se separó bruscamente ocasionando que la rubia se comenzara a despertar.

-¿Cass? -soltó la chica con voz adormilada ocasionando un fuerte sonrojo en la mayor. ¿Desde cuándo le decía así?

La mayor miró cómo se tallaba los ojos y se acomodaba lentamente mientras se sentaba.

-Un momento. -la rubia paró su rutina matutina para darse cuenta de lo que estaba pasando- ¿¡Cassandra!? ¿¡Qué haces aquí!?

La azabache soltó una risa algo enternecida por el pijama de la chica ocasionando un fuerte sonrojo en esta.

-Pareces un lindo tomate. -dijo la pelinegra entre risas, ocasionando aún más sonrojo en la chica en en la cama. ¿Le había dicho linda? ¿Cómo debía tomar eso?- Un lindo tomate rubio.

La azabache rio aún más.

Aquella chica recién despertada se quedó a admirar a la chica divertida en su habitación.
Ella era la causante de esa risa. ¿Desde cuándo era ella la causante de las risas de la pelinegra?

Contagiada, rio con ella.

-¿Qué haces aquí? -preguntó la rubia una vez que el ambiente se había tranquilizado un poco.

-Haremos una colaboración. Los estudiantes de artes y humanidades y los estudiantes de educación de aventura estarán juntos. ¿Recuerdas? -dijo la chica mientras tomaba asiento junto a la rubia, causando en esta algo de nerviosismo.

-Pero... ¿tú estás en educación de aventura? -cuestionó sorprendida.

-Vaya, llevas un buen tiempo siendo mi acosadora y ¿no sabes qué estudiaba? -comenzó a decir con burla la pelinegra- Debes ser la peor acosadora que ha existido alguna vez.

La pelinegra rio un poco, contagiando a la rubia a su lado.

-No soy tu acosadora. -dijo al parar de reír ahora con una sonrisa- Sólo quiero acercarme a tí. Justo como ahora. Esto no es tan malo, ¿no?

La azabache le miró y poco a poco aquella sonrisa se fue apagando.

-Tienes razón. Me dejé llevar por el momento. -comenzó a decir mientras se paraba de la cama- No volverá a pasar.

La rubia le miró con miedo.

No podía ser. Era el primer paso que daba con ella en mucho tiempo y ahora habían vuelto al inicio.

-E-Espera, no quise decir eso. -trató de decir rápidamente la rubia- No dije que fuera algo bueno o malo, sólo se trata de estar bien con nosotras mismas, ¿no?

La pelinegra le miró.

-No. -dijo con una sonrisa algo triste- Sólo vine a que no llegaras tarde, porque tu calificación nos afectará a todos. Te espero afuera.

Sin más, la azabache salió de la habitación dejando a aquella rubia algo dolida.

No entendía. ¿Qué había hecho mal? La estaban pasando bien, ¿no?

Tocó su pelo largo.

Creía que estaba soñando o algo por el estilo. Jamás se imaginó que el que la pelinegra le acariciara con tal suavidad, fuera en algo que no fuera un sueño.

Se sentía tan irreal.

Aquella pelinegra, contenta o no, ya había comenzado a ceder ante el encanto natural que tenía la rubia que tanto le insistía.
Y eso era algo que ni ella, o alguien más, podría detener.

Una vez lista, salió del cuarto con una sonrisa aún algo tonta por lo sucedido hasta hace unos momentos.

-¿Ya estás lista? -cuestionó la pelinegra mientras guardaba su celular al verla salir del cuarto.

-Sip. -contestó la rubia mientras le ponía seguro a su cuarto.

La pelinegra, sin decir nada, comenzó a avanzar con la rubia a su lado.

Sonrió.

Ciertamente la compañía de aquella peculiar rubia no era tan mala.

Verte como yo te veo  [Cassunzel AU]Where stories live. Discover now