2.

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                —Tienes que estar bromeando —soltó uno de los rubios que estaban sentados en la barra.

                Lydia levantó la barbilla, como si estuviera enfrentando a esos rubios que la miraban con tanto miedo. El rubio más grande, quien dijo ser Hunter, la observó por unos largos minutos sorprendido. Tampoco era para tanto, quiso creer ella, eran normal en los hombres encontrarse una hija perdida por algún lugar del mundo. Pero en ese momento, su padre lucía realmente asombrado por su presencia.

                Era parecido a ella, quería creer, salvo que más viejo y cansado. Su cabello rubio era lo suficientemente largo para que no tuviera un punto fijo de caída, simplemente se desparramaba por toda su cabeza y se notaba que necesitaba un buen corte o un peinado. Y tenía barba, muchísima barba. Le daba un look muy salvaje y ella estaba casi segura que si le quitaba toda esa barba, lucía mucho más joven de lo que era.

                —Es muy parecida a ti, hermanito —admitió el rubio más pequeño, bajándose de la butaca para acercarse a ella como si fuera alguna especie de trofeo para observar. Ella frunció el ceño y se alejó de él, enfurecida por su atrevimiento—. ¡Y hasta tiene carácter! ¡Es obviamente tu hija! ¡Pensé que nunca viviría para ver esto!

                —Es igual a su madre —respondió Hunter a su comentario y su voz hizo temblar a Lydia. Era una voz especial, de esas que dejaban a más de uno temblando en el baño. Hunter dejó el paño con el que limpiaba la barra y se acercó a ella a paso lento. Observó a su gente, comprendiendo que más de uno quería saber quien era ella y suspiró al llegar a su lado—. ¿Marie Jane?

                Lydia se asombró al instante al reconocer el nombre de su difunta madre en los labios de aquel hombre y por momentos peleó contra las lágrimas que amenazaban con salir. ¿Cómo había entendido con tanta rapidez quien era ella? ¿Las había abandonado? No, no era posible. Su madre le había dicho que Hunter nunca había estado al tanto de su embarazo, que se había marchado con su grupo de motoqueros lejos de su pueblo. Cerró los ojos, combatiendo ese remolino de sentimientos que sentía en ese momento y cuando su padre apoyó una mano en su hombro, se calmó.

                —¿Te molestaría que hablemos lejos de aquí? —le preguntó de manera muy formal, casi esperando por la autorización de Lydia. Todos observaban la situación sorprendidos, se habían olvidado de ver aquel desfile del alcalde grabado desde hacia días. Se habían olvidado por completo de todo, salvo de la hija de Hunter Williams. Ella afirmó y él la llevó hacia una puerta trasera. La chica detrás del bar intercambió una mirada con el rubio, pero Lydia no pudo comprender de que se trataba.

                La puerta llevaba a unas escaleras, que ambos subieron en silencio y luego a una puerta cerrada. Hunter abrió con sus llaves la puerta y entró, olvidando sus modales. Fue Lydia quien entró en la casa de Hunter, sin sorprenderse por el desastre que tenía en ese momento. Cosas tiradas por todos lados, un sillón lleno de mantas sucias, botellas vacías y una cantidad increíble de colillas de cigarrillo. La casa de Hunter era idéntica a él.

                —¿Cómo sabías el nombre de mi madre? —preguntó Lydia haciéndole frente a su padre, quien sacó una cerveza de la nevera y se puso a tomarla frente a ella como si nada. ¡Era su hija! ¡Había aparecido! ¿Y él simplemente tomaba una cerveza frente a él? Quería golpearlo en ese mismo momento.

                —Marie Jane fue una de las pocas mujeres que amé en mi vida y con la que me acosté en muchas oportunidades —le respondió él a su pregunta mientras se limpiaba la boca con la mano. Lydia se sentía incomoda en ese momento, con la maleta en las manos frente a un hombre que no había corrido a saludarla—. Mierda... ¿Qué le pasó a ella?

HUNTER. Tierra de salvajes #1 [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora