HUNTER. Tierra de salvajes #1 [Terminada]

5.

Valerie abrió los ojos lentamente, sintiéndose mareada y con un mal sabor en su boca. No recordaba que había sucedido ni tampoco en donde estaba, por lo que al abrir los ojos y encontrarse en una casa que no conocía, entró en pánico. El lugar no lucía bonito, de hecho parecía caerse abajo en cualquier momento pero tampoco tenía las fuerzas suficientes para salir corriendo. Se encontraba recostada en una cama ajena, sin hacer y en una habitación que no había estado nunca. Por suerte llevaba puesta su ropa, aunque algo raro tenía su pierna.

                Al ver las vendas en su pierna recordó que había sucedido y supuso en donde estaba, de hecho, al incorporarse vio sobre una de las sillas una cazadora con el emblema del club de los Williams. Suspiró y se refregó los ojos cansada, preguntándose cuanto iba a tardar en aparecer su padre gritando y quejándose.

                Una jovencita rubia apareció en el marco de la puerta abierta y se sorprendió al verla despierta. Era la chica que había aparecido cuando Hunter se marchó. Se acercó a Valerie con una leve sonrisa y ella notó lo parecida que era a Hunter. O tal vez estaba volviéndose loca.

                —Veo que estás despierta, es un alivio o tu padre mataría a Hunter —comentó ella mientras le alcanzaba una botella de agua que llevaba. Valerie la tomó desesperada vaciándole en varios tragos, no sabía porque estaba tan sedienta pero tampoco preguntó—. Tu pierna ya está bien, fue una suerte que nada te sucediera.

                —Una suerte para Hunter que la hija del alcalde no murió en su bar, querrás decir.

                —No sé quien eres —le respondió ella con el ceño fruncido y Valerie se dio cuenta que agresiva había sonado—, me referia a ti cuando dijo que había sido una suerte que nada sucediera. Aunque ahora estoy arrepintiéndome de mi preocupación por tu persona tan desagradable.

                —Lo siento... yo normalmente no soy así —quiso decirle Valerie, pero odiaba excusarse ante su personalidad. Estaba asustada, mareada y perdida, pero no tenía por qué ser dura con alguien. Ella había cometido el error y la joven tenía razón.

                —No me interesa como seas, a fin de cuentas esta es la última vez que nos veremos, princesa —comentó y tomó la botella vacía que había dejado Valerie, dispuesta a marcharse—. Por cierto, tu padre ha llegado, arrástrate por las escaleras para llegar al bar.

                Valerie la vio marcharse y suspiró rendida ante la situación, no estaba pasando muy bien ese día. Se puso de pie con un gran esfuerzo y comprendió que su pierna estaba herida pero podía moverla si se esforzaba. Miró la habitación antes de marcharse, notando que le pertenecía a Hunter pero prefirió no pensar más en el dueño del lugar y bajar las escaleras que le había indicado la chica.

                No necesitó una guía para saber como llegar al bar en aquella oscuridad, los gritos de su padre la llevaron hasta el lugar. El bar se encontraba bastante destruido pero varios miembros del club  se encontraban limpiándolo sin sentir vergüenza por tal cosa, se notaba que amaban el lugar. Valerie caminó descalza, había perdido sus zapatillas en algún lado, hasta acercarse a su padre. Obviamente, él discutía con Hunter, quien estaba sano y salvo, como también enojado y malhumorado.

                —¡Explícame, Williams, explícame que hacia mi hija en plena pelea entre Los Gomez y los Williams! —le gritaba furioso, olvidándose por completo quien era en Auburn. Valerie suspiró, sabiendo que problemas iba a tener esa noche—. ¡Nunca he tocado tu bar, nunca he investigado tu maldito club! ¡Respóndeme! ¿Qué hacia mi hija aquí?

                —No lo sé, alcalde, simplemente estaba aquí en el momento equivocado. Tomaba algo como cualquier cliente en ese momento —le mintió Hunter y Valerie pudo comprender la razón. A pesar del enojo y todo lo vivido, realmente no le importaba culpar al hermano de Hunter en ese momento. Simplemente quería llegar a su casa.