Capítulo XXX

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Wooyoung iba a perder la cabeza.

A su departamento... ¿Pero en qué demonios estaba pensando? ¿Era idiota? Aparentemente sí. Llevar al rubio altamente peligroso a su morada, era un error que no habría cometido si no hubiese sido por la expresión decepcionada de San cuando insinuó que debían separarse. Babía flaqueado tan pronto los ojitos bonitos de San le miraron, como si estuviesen diciendo "no me dejes", y antes de que pudiera reaccionar, se hallaban subiendo por el ascensor de su edificio.

Era confuso, muy confuso en realidad. Ua parte de Wooyoung –la sensata– quería ayudar a San a conseguir novio, pues aquello era lo que inicialmente habían decidido; y había estado dispuesto a cumplir. Sin embargo, la otra parte –la egoísta, la que le nublaba el juicio– quería guardarse a San en el bolsillo de la chaqueta.

Era consciente de que era bastante jodido, considerando que sus sentimientos por Yeosang persistían; mas no era algo que pudiera evitar. San poseía un poder gravitatorio que mantenía a Wooyoung en órbita y aunque a veces trataba de zafarse, la atracción acababa siendo más fuerte que su voluntad.

No ignoraba qué debía detenerse y frenar los impulsos precipitados que adquiría a través de una simple mirada. Se estaba apropiando de San, lenta e irracionalmente, con cada minuto que transcurría y una vocecita incesante en su cabeza susurraba "mío", cuando no lo era.

Apártate, había pensado, cuando besó a San en la noria, fundiéndose en el contacto tibio y húmedo que el otorgaban sus labios. Apártate, había pensado, segundos antes de alejar a San de Yunho en el bar porque la sola imagen de ellos juntos le quemaba la garganta. Apártate, había pensado, entrelazando sus dedos con los de San mientras esperaban el taxi, implorando que nunca llegase el momento de soltarlo.

Pero en ningúna de esas oportunidades había sido lo suficientemente fuerte para apartarse, y descubría que cada vez se hacía más y más difícil imponer una distancia entre ambos.

—Yo dormiré en el sofá —dijo con las pocas gotas de autocontrol que le quedaban y que lo frenaban de saltarle al rubio encima—. Tú puedes usar la cama.

Observó a San moverse a través de la sala de estar, rozando los muebles con las yemas de sus dedos por el cuarto con su mirada almendrada. Sus movimientos eran calmos y comedidos, lo que era un alivio para el pelinegro, quien había creído que debería enfrentarse a San ebrio aquella noche. El rubionse volteó, mirando a Wooyoung a través de sus pestañas espesas.

—Me gusta tu departamento —puntualizó, con los labios carmín hinchados (se había venido todo el trayecto hasta el departamento mordiéndose los labios, y Wooyoung no lo había pasado por alto, en lo absoluto)—. El mío no es tan bonito.

—Es porque parece un chiquero.

—Aish —siseó ofendido ante el comentario, como si realmente no tuviese ropa tirasa por todo el piso de au cocina—. No tenías por qué decirlo de esa forma tan cruel ¿mm? Que yo me esfuerzo en ordenarlo... a veces.

No le creía en lo último, pero bueno. —Mi cuarto está al final del pasillo a la derecha. Al frente está el baño. La cocina está ahí —señaló—. Y yo aquí—dijo, apuntando al sofá—. Si necesitas algo, no dudes en despertarme, ¿vale?

—S-sí —titubeó, inclinándose en un asentimiento respetuoso. Wooyoung se mordió la cara interna de la mejilla preguntándose por qué hallaba aquel gesto adorable—. Gracias Wooyoung.

—No te preocupes —tenerle ahí era un beneficio exclusivamente para el pelinegro, mas prefirió abstenerse de mencionarlo.

El rubio acortó repentinamente la distancia y extendió una mano hacia su cabello azabache, dándole suaves palmaditas a las hebras del casco.

𝐑𝐞𝐧𝐭 𝐀 𝐁𝐨𝐲𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝 🍥 woosanWhere stories live. Discover now