Capítulo II: CHOI

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Has recibido un nuevo mensaje de: Número desconocido.

San estiró su brazo y palpó la superficie de su velador hasta dar con su celular, que resonaba en la pieza notificando un mensaje. La iluminación de la pantalla le provocó entrecerrando los ojos con dolor, a duras penas acostumbrándose a este nivel de brillo. ¿Quién en su sano juicio estaba hablándole a las dos de la mañana?

Se talló los ojos y consideró la idea de que se trata de Yuqi, en observación de que la pequeña estaría hasta las tres de la mañana leyendo esos fanfics pornográficos. Parpadeó y puedo leer el número desconocido en la barra de notificaciones.

Hola, soy Wooyoung, ya sabes el que te arrendó online.

¿Wooyoung? Frunció el entrecejo, incorporándose en la cama para leer el mensaje con atención. Su corazón latió frenéticamente cuando evocó el recuerdo de aquel idiota, aquel innombrable imbécil que por alguna extraña razón seguía atormentándolo hasta entonces. Releeyó las palabras en el aparato, intentando comprender a qué se refería y convenciéndose a sí mismo de que no podía ser el mismo Wooyoung de la secundaria.

Arrendarme online... San no tardó en caer en cuenta.

El proyecto Rent A Boyfriend era el gran motivo por el cual su vida no se había ido por el caño todavía. En tan poco tiempo libre que le quedaba gracias a la universidad, decidió gastarlo en trabajos para pagar sus deudas. Y aunque ser mesero en un restaurante y cajero en una pizzería, y hacía ganar suficiente dinero, su mayor fuente de ingresos era ese sitio web.

Aquella noche había olvidado revisar su correo, pasando por alto el hecho de que alguien pudo haber pedido sus servicios a través de la página. Alzó el teléfono para volver a leer mensaje, una media sonrisa pintándose en sus labios cuando se percató de la inseguridad que transmitían las palabras escritas. Al parecer este sería su nuevo cliente, desgraciadamente su foto de perfil estaba en blanco. Se dirigió a la aplicación de mails para buscarle.

Sólo deseaba confirmar que sus sospechas eran erróneas, el que se llamara Wooyoung debía ser una simple coincidencia manejada por el cruel destino. Verificaría aquello y después de eso podría continuar con su papel con tranquilidad, sólo estaba siendo paranoico.

Mas las cosas estaban lejos de estar bajo su control.

Cuando halló el correo enviado por el bot del sitio web, pensó que bastaría con ver que los apellidos eran diferentes para saber que se había equivocado, y luego al abrir la fotografía adjunta, se reiría por siquiera haber imaginado que podría tratarse de él.

Pero el destino tenía un peculiar sentido del humor.

Se le heló la sangre al verlo. El aire se atoró en su garganta y el mundo pareció detenerse por un instante. En su mente, miles de momentos que ocurrieron en la secundaria se reprodujeron con velocidad.

Joder.

Era una pesadilla, era la única explicación válida para lo que estaba sucediendo. Tragó saliva mientras revisaba el resto de la información, logrando solamente a firmar su presentimiento y desechar su esperanza.

Porque aunque le había rogado a Dios para que se tratara de otra persona, era imposible no reconocer esa inconfundible sonrisa y y esos malditos ojos. Su respiración se tornó pesada y idilio que las memorias comenzaban a asfixiarlo.

Jung Wooyoung.

— No puedo hacer esto.

Hongjoong suspiró agobiado desde el otro lado de la línea, por vigésima vez. Podía simpatizar con San, sobre todo tras escuchar la historia con lujo de detalles y las cientos de quejas que escupió luego. Era entendible que no quisiera atender a Wooyoung, considerando sus problemas. Pero trabajo ahora trabajo, y dependía de su profesionalismo ante tales situaciones si deseaba continuar en el proyecto.

— Sabes las reglas, San. Te he permitido rechazar a dos potenciales clientes antes... No puedo dejar que pase de nuevo. Quizá este empleo simplemente no es para ti.

— ¿Qué? No puedes despedirme —exclamó con pánico. Hongjoong masajeó su sien, prometiéndose tener paciencia—. Necesito el dinero. Y-Yo no podría...

— Entonces compórtate, ¿sí? Sé que las circunstancias no son perfectas pero... ¿No puedes esforzarte?

Su respuesta salió en un susurro herido, a duras penas luchando contra él, como si estuviera buscando compasión. — Lo odio, Hongjoong.

— Ya, ya... —dijo con cansancio, apoyándose sobre el respaldo de su silla, sin querer escuchar esas palabras otra vez.

Podía imaginar la cara que San estaba poniendo en ese instante. Aflicción, pura aflicción y sumado a ello un puchero adorable capaz de derretir media Corea. Ni hablar de sus ojos de cachorrito mojado. Eres su empleado más consentido, mas era su culpa por permitirse cumplir con sus exigencias.

No podía evitar ese instinto de sobreprotección que lo inundaba cada vez que San recurrir a él. Si fuera así de simple ceder a sus instintos, lo liberaría de aquella tarea. Sin embargo era su responsabilidad ser firme, incluso se contradecía sus propios y egoístas deseos.

— Sabes.... —empezó a hablar, después de meditar unos segundos lo que haría. San emitió un sonido ronco desde su garganta, indicándole que estaba prestándole atención—. Podrías aprovechar esta oportunidad para enmendar las cosas.

Solamente esperaba que San fuera capaz de interpretarlo bien.

— ¿A qué te refieres?

— Las cosas entre ustedes terminaron mal. Te hirió, ¿no es así? —San asintió—. Te hizo daño... ¿Por qué no aprovechas esta ocasión para arreglarlo?

La intención de Hongjoong era sensata, y lo que estaba insinuando no era mala idea en absoluto. Era su chance para disipar el rencor y poder avanzar. Dejar atrás las heridas, el daño, las lágrimas, para sanar correctamente y tener un futuro sin pena ni arrepentimientos.

Cualquier persona con un cerebro normal habría aceptado y habría intentado arreglar lo que en el pasado se había averiado. Lamentablemente, San no tenía un cerebro del todo normal, por lo que éste procesaba las palabras de una manera un tanto... diferente.

— Tienes razón —murmuró. Sus ojos brillaron con ambición al sentirse tan iluminado de repente. Su hyung era un genio—. ¡Lo haré! ¡Seré su novio y me vengaré de él!

Hongjoong sonrió, perplejo. —¿Cómo dices que dijiste?

— ¡Gracias, Joong, eres muy confiable!

— San, espera, no quise decir —el sonido familiar de la línea muerta sonó en su oído, interrumpiéndolo a media frase. Alejó su teléfono de su rostro y le miró impávido al notar que el contrario había colgado.

Suspiró cubriéndose el rostro con ambas manos y apoyó sus codos sobre el escritorio. Eso va a salir mal de tantas formas posibles. En el fondo, se regocijaba de la alegría por haber obtenido la aceptación de San hacia el trabajo, mas le era imposible ignorar lo que eso implicaba para la desgracia del cliente.

Era bastante consciente de que Jung sería quién se llevaría la peor parte en todo esto, y lo único que Hongjoong podía hacer aparte de rezar por él, era esperar que San tuviera compasión en su alma y pudiese salir ileso de aquel embrollo.

Me rompió el corazón, Hongjoong.

Sí, Hongjoong estaba seguro que procuraría romperle algo a cambio también, tal vez un hueso. Lamentablemente, para pesar del rubio, nada era tan doloroso como un corazón roto.

𝐑𝐞𝐧𝐭 𝐀 𝐁𝐨𝐲𝐟𝐫𝐢𝐞𝐧𝐝 🍥 woosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora