ღ Capítulo 13 ღ

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Eva

Las semanas siguientes fueron mortalmente aburridas. Ada faltó a clases casi todos los días, y en los que se dignaba a mostrarme su hermoso rostro, desaparecía nada más sonar el timbre. Parecía distraída y algo preocupada. Traté de preguntarle por mensajes, pero siempre me respondía con un "no pasa nada".

—¿Pelearon? —levanto la vista del teléfono cuando escucho la pregunta de Karla.

—¿Eh?

—Tú y Kaleb. —añade señalando al chico quién se encuentra del otro lado del pasillo conversando con sus amigos— Hace rato que no los veo juntos.

Oh... eso.

Luego de que su hermana le pegara, Kaleb se ha mostrado algo cortante conmigo. Nos vemos de vez en cuando, pero es todo muy incómodo por lo que hemos tratado de tomar distancia.

—Algo así. —admito— Pero aún estamos juntos.

—Eso es obvio. —ironiza Karla, tomándome del brazo— Kaleb no podría vivir sin ti.

Finjo una sonrisa, volviendo la vista al móvil cuando me llega una notificación.

Ada: Quiero verte, manzanita.

Una sensación cálida de asienta en mi pecho, y mis labios se alargan en una sonrisa enorme.

—¡Nos vemos luego! —exclamo, dejando a Karla atrás y corriendo fuera del colegio.

Eva: Yo también. —le respondo, mordiéndome las uñas.

Ada: Te paso mi ubicación. Vente que te tengo un regalo.

Miro el link de Google Maps que me envía, y seguido saco la mano, tomando el taxi que me llevara hasta la chica en la que no he dejado de pensar. La dirección no la conozco, pero el taxista no se queja cuando se la enseño.

Apenas me muevo por la ciudad, así que soy un desastre para ubicarme y tal.

—¡Gracias! —me despido del chofer luego de pagarle y que me deje en un lugar irreconocible para mi cerebro de guisante.

Cruzo la calle, siguiendo la ubicación exacta que me envió Ada y, entre dos casas blancas, leo un pequeño cartel escondido que pone "Librería El Encanto". Apenas se pueden ver los libros que se muestran a través del gran ventanal empañado, pero distingo muchos que ya he leído.

—Aquí estás. —musita Ada en mi oído, tomándome por sorpresa.

—Joder. Casi me cago del susto. —suspiro, llevándome una mano al pecho— ¿Dónde estabas?

—Fui a la cafetería de la esquina para comprarnos algo de beber. —explica extendiendo la mano en la que sostiene un vaso— Te compré un frapuchino, que es lo mismo que yo tomo, ya que no sé qué es lo que te gusta.

—Esto es perfecto. —confieso llevándome el vaso a los labios, tomando un sorbo.

—Genial. Entremos.

Ada pone su mano en mi espalda, guiándome hasta la entrada de la librería. Mis ojos se desvían en todas las direcciones al percatarme de la magnitud del lugar por dentro. Es como si acabara de entrar en otra dimensión luego de haber cruzado la puerta.

Dos extensas estanterías se encuentran en el centro de la habitación, y su altura llega casi hasta el techo. A mi derecha se encuentra un espacio de cojines acomodados en el suelo, y unos cuantos asientos acolchados. A la izquierda se haya un buró marrón dónde se encuentra una chica de pie al otro lado con el teléfono en la mano.

Ada y Eva ©️Where stories live. Discover now