ღ Capítulo 14 ღ

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Eva

Ya son casi las 8 de la noche cuando termino de comer. Me quedo sentada en el sofá de la sala mientras mamá lava los platos en la cocina. Mi móvil suena y lo agarro rápidamente. Es un mensaje. Al leer el nombre del remitente, trago en seco.

Kaleb: Amor, hablé con Eric para lo del tatuaje. Como no pudiste hacértelo el sábado por culpa del campamento, te saqué otra cita para este fin de semana.

Maldita sea. Pensé que se le había olvidado. Yo lo había borrado de mi mente por completo. No tenía tiempo para pensar en eso.

Yo: Vale...

Kaleb: ¿Te pasa algo?

Me muerdo las uñas mientras leo el mensaje una y otra vez. Siento que hay algo mal, muy mal... Pero, al mismo tiempo, no quiero descubrirlo. Soy una maldita cobarde.

Escucho el timbre sonar y me apresuro en dirección hacia la entrada, olvidándome al instante de Kaleb.

Tomo una respiración profunda antes de abrir la puerta.

—Hola. —me saluda Ada al otro lado del umbral, agitando una mano levemente en el aire.

Por un breve momento me quedo embelesada por ella, por la forma en que me mira, por cómo sonríe de medio lado provocando que se le marquen uno de sus hoyuelos, por como un mechón de cabello rebelde le cae sobre la frente y hace que quiera colocárselo en su lugar, por la forma en que sostiene el asa de su mochila con ambas manos a la espera de que diga algo.

Oh, mierda. No he dicho nada.

—Hola. —hablo, al fin— Puedes pasar.

Ada se abre paso en mi casa y comienza a mirar todo a su alrededor como quién llega nuevo a un lugar que no conoce.

—Tú casa es preciosa. —inquiere, posando su mirada nuevamente en mí.

—Gracias. —sonrío algo inquieta.

—Hola. —exclama la voz de mamá entrando a la sala mientras se seca las manos con un paño— Tú debes ser Ada.

—Hola. Mucho gusto, señora. —la pelirroja cambia su tono de voz por uno cortés.

—Ay, no me digas señora, por favor. Me hace parecer muy mayor.

—Mamá, por favor. —murmuro entre dientes, algo avergonzada.

—Yo soy Mauren. La madre de Eva. —mamá es la que primero da un paso adelante para darle un beso a Ada en la mejilla, acción a la cual ella corresponde con cortesía— Te diría que mi hija me ha hablado mucho de ti, pero realmente no te conocía hasta hoy.

—¡Mamá! —exclamo, abriendo los ojos. ¿Cómo puede ser tan directa?

—No se preocupe señora. —inquiere Ada con una leve sonrisa— Nos conocemos hace poco, así que lo entiendo.

La pelirroja cruza miradas conmigo y luego añade:

—Tiene una hija increíble. —mis mejillas se calientan.

—Salió a su madre. —añade mamá— ¿Qué se puede esperar?

—Ya, mamá. Nos vamos a la habitación, tenemos muchas películas que ver.

Agarro a Ada del brazo con más fuerza de la pretendía mientras la conduzco por el pasillo, dejando a mi progenitora atrás.

—Solo por curiosidad. —comienza a decir Ada cuando llegamos a mi habitación— ¿Cuántas películas piensas que vamos a ver?

—Ja. —suelto una carcajada corta— Si supieras que no tengo ni idea. Puedes dejar tus cosas sobre la cama.

—Me gusta cómo está decorado tu cuarto. —confiesa mientras recorre con la mirada el lugar.

Ada y Eva ©️Where stories live. Discover now