10- 屋根

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Llevaba unos días sin hacer básicamente nada, estaba en la azotea casi todo el tiempo mirando el panorama, a veces me encontraba con el peliblanco y otras con un Niragi practicando puntería, este último me echaba en cara que no patrullase, pero ser familiar de Aguni me daba algunos privilegios que yo claramente aprovechaba sin poner pegas. Era extraño ya que parecíamos ser las únicas personas que pisaban ese lugar.

No sabía que hacer o a quien acercarme, si me acercaba demasiado a Samura se ponía nervioso, si estaba paseando con Aguni la gente hablaba más de lo que le convenía, el sombrerero se pasaba el día haciendo cosas impuras y el peliblanco era como un fantasma, solo se dejaba ver cuando le interesaba.
Si me ponía a pensarlo detenidamente, no es el sombrerero más "playboy"? O sea Niragi da la sensación de ser superior en ese arte porque es mas bruto pero realmente no se pasa el día en un cuarto con varias chicas, el pasea, patrulla y practica puntería, o sea, hace cosas.

Que genia.

Al final de todo esto solo saqué una cosa en limpio, solo podía acercarme a Niragi y al peliblanco por el momento, pero claro, solo aparecen cuando quieren, el resto del tiempo uno está enfadado y el otro desaparecido. Va a ser difícil.

-Tú otra vez, a caso me estás siguiendo perra?- Le miré con cansancio, yo siempre estaba en la azotea, era mi sitio tranquilo, era él el que estaba viniendo más últimamente.

-Yo creo que eres tú el que me sigue guapito, después de todo, siempre estoy en el mismo sitio, no crees?- Sonreí con cinismo, el hizo lo que mejor se le da, escupir al suelo y levantar el dedo del medio, al verlo sonreí con ligereza, tal parece que no le desagrado tanto, eso es bueno, si la cosa sigue así seguro que puedo ganármelo.

Colocó su juguetito en el borde de la azotea y empezó a practicar puntería, cerré los ojos y seguí tomando el sol. -Deberías dejar de jugar a ser francotirador, tu puntería apesta.- Reí.

No vi su cara pero por el ruido y la sombra delante de mi, di por hecho que me estaba apuntando, otra vez, abrí los ojos y le miré con una sonrisa. -Tienes una costumbre muy fea de apuntar a la gente, que haré si me disparas? No quiero tener una cicatriz en mi cara bonita.- El me miró con una sonrisa fingida. -Ah vamos, no lo niegues.-

-Sabes? Eres una perra muy creída.- Apartó su arma y se sentó donde estaba antes practicando, al irse el sol me dio en la cara por lo que usé mi mano como visera.

-Yo lo llamo amor propio, pero puede que si tengas un poco de razón, en lo de perra claro.- Sonreí burlona, el me miró con cierta sorpresa, claramente no se lo esperaba, una vez lo procesó sonrió con complicidad.

Poco duró el momento ya que alguien llegó a la azotea, era el peliblanco, se venía un espectáculo, como cada vez que se cruzaban.

-Así que Niragi puede no solo mantener una conversación sin enfadarse si no que también ríe, interesante.- Le miró con sorna, Niragi en cambio recargó su arma y volvió a su semblante amargado de siempre. Miré mal al peliblanco, ahora que había conseguido que piercings locos se soltase un poco va y lo estropea.

-Tranquila, venía a decir que hay reunión pero veo que no es el mejor momento para molestar, me voy primero.- Niragi simplemente soltó un "Eso, lárgate", le miré mal y me miró con confusión, como si no supiera que había hecho mal.
Parece que me tocará educar a estos dos.

Obsesión | Suguru NiragiOù les histoires vivent. Découvrez maintenant