Capítulo 23. «Ejerce la influencia divina»

70 14 10
                                    

Zedric siempre había sido querido. Nació como el príncipe heredero de una casa fuerte, poderosa, que había gobernado ya por varias generaciones.

Sabía que pasos dar para llevar a sus descendientes al poder. Creía en sí mismo, en lo mucho que había ayudado a otras personas, creía en su poder, en su esencia. Creía que podía hacer mucho porque había hecho mucho, llevaba ya varios años luchando, poniéndose como el líder de su grupo, ayudando a quien podía.

Se sintió extraño volver a un reino que ya no confiaba en él. Un reino dónde todos sabían su historia, dónde creían que solo le importaba el poder o los seres semejantes a él. Lo acusaban de cobarde por no haber declarado la guerra a los dioses en un principio, por no haber salvado a todos aquella vez, en la guerra.

—Vámonos de aquí, Zedric —le dijo aquel día Nathan, que, a pesar de todo, (porque también a él lo criticaban, después de saber que era el príncipe de las sombras negaban el que pudiera ser de confianza, y lo llamaban paria, oscuro, maldito), seguía con la frente en alto—. Todos son seguidores fieles de ese monstruo. Puedo sentir la oscuridad que crece en él, como se alimenta de sus convicciones, creencias, de su propia mente.

Zedric lo sentía también. Hasta entonces notó el poder que siempre había tenido con él, creciente, pero no se dió cuenta de que lo tenía por el mero hecho de que lo estaba perdiendo, se lo estaban arrebatando.

Salió del calabozo lleno de furia en su interior, ansiando con todo su ser un poco de venganza, algo que le devolviera todo lo que tenía antes. Aún así, también se sentía furioso consigo mismo, se culpaba por no ser lo suficientemente fuerte, por no haber visto aquello venir.

🌺🌺🌺

Lejos, en el palacio de los dioses, el caos reinaba. Raniya estaba furiosa especialmente, más no había dejado que los demás lo vieran, encerrándose en sus habitaciones con la única compañía de Dafaé.

Adaliah, Skrain, y Akhor habían desaparecido. Por su parte, Ranik y Connor habían llegado al palacio gracias al poder de Dafaé, que los había transportado a todos en un intento de huir de toda aquella devastación.

Varia estaba callada, por completo. Ranik quería decir algo, más no podía. Ella también se marchó, directamente hacia su piso. Él no tenía intenciones de seguirla, más Connor lo miró fijamente, y dijo:

—Ve.

Ranik dudó por un segundo. Se sentía un tanto cercano a Varia, pero habían tantas cosas que pensar, tanto por hacer, que no sabía si aquello sería una decisión prudente.

—Pero...

—Tú lugar en este conflicto está con ella —insistió Connor—. Dafaé sabe muchas cosas. Cuando vió que ustedes estaban juntos me dijo que no le sorprendía para nada. Además, creo que ví algo que me hace sentir un poco mejor a pesar de las circunstancias.

—¿Qué viste? —preguntó Ranik, curioso. Connor parecía diferente. Al ya no tener su don, es como si parte de él, (la salvaje), se hubiera esfumado. Él lo sentía, y Ranik parecía notarlo también. Ya no habían movimientos y gestos impetuosos, su mirada se veía mucho más tranquila, serena. Alannah los observada desde lo lejos con un gesto de preocupación, más ni siquiera eso parecía perturbarlo. Él se encontraba indómito, tratando de entender lo que sucedía a su propio entendimiento.

—Cuando todo estalló, y observabamos el caos, ¿Lo recuerdas? —Ranik asintió—. Bueno, Raniya entró un estado de completa furia, y cada quién escapó como pudo. Siendo así, antes de que Dafaé nos llevara, yo ví a Skrain y Adaliah desaparecer. Ellos fueron... absorbidos. Una especie de magia mística se los llevó. Alcancé a ver un poco de aquello, y estoy casi convencido de que fue... —suspiró— Seth.

Murmullos de SkrainWhere stories live. Discover now