Capítulo 10. «Comunicación fallida»

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Adaliah generalmente pensaba mucho las cosas. Las conversaciones que tenía cada día las reproducía más de dos o tres veces en su cabeza antes de dormir, buscando pistas de algo que pudiera habérsele pasado, algo que pudo haber hecho mejor. Para ella la vida era un papel en blanco que a diario se llenaba más y más, y le gustaba analizarla tanto como fuera posible para no tomar decisiones precipitadas.

Pero eso no evitó que tomara una decisión precipitada, no evitó que besara a Skrain.

Adaliah no lo pensó, es por eso que sucedió.

En un momento estaban desayunando. Todos hablaban de sus vidas pasadas, reían, comían llenos de satisfacción, más Adaliah no podía concentrarse. Skrain estaba sentado a su lado, y su olor llegaba a ella como una sustancia embriagadora que no podía ignorar. Era una especie de combinación agridulce semejante al olor de la vainilla y el limón. ¿Cómo es que podía oler tan bien? ¿Por qué no podía sacarlo de su cabeza?

Había algo que no estaba viendo. Sabía que tenía las pistas frente a ella, pero Skrain no la dejaba concentrarse. Adaliah pensaba y pensaba, no podía evitar que su nerviosismo se mostrara en la forma en que movía los dedos en la mesa frente a ella, estos golpeaban al ritmo de sus pensamientos, rápidos y frenéticos. Entonces, Skrain la detuvo.

—Estás demasiado nerviosa —dijo. Su voz fue gruesa y melodiosa, como siempre lo era. ¿Cómo es que Adaliah lo notaba aún más en aquel instante? Sus ojos, grises, parecían cambiar de color, brillando a la luz del día.

Adaliah se soltó de su agarre. No quería contestar, ni mirarlo, ya era demasiado consciente de su presencia como para notarla aún más.

Justo en ese momento Raniya se levantó e instó a todos a ir a nadar, y Skrain, confundido, parecía ser de los que no querían seguirla. Adaliah tomó la iniciativa y avanzó hacia el mar para evitar mirarlo. Tenerlo lejos haría más fáciles las cosas. Se quitó su vestido, sintió la arena en sus pies y el agua tibia tranquilizarla, así hasta que se hundió en el lago y fue hasta lo profundo, su parte favorita para nadar.

Skrain no se quedó en el comedor como ella esperaría. En cambio, avanzó y la siguió, curioso. Alannah fue la única que se mantuvo en su lugar, mirando a los demás, un tanto sorprendida por lo mucho que habían cambiado.

Adaliah pronto tuvo a Skrain cerca de ella. La miraba fijamente, su torso apenas salía un poco con las pequeñas olas que los movían de un lado al otro. Raniya estaba haciendo olas para hacer las cosas más divertidas.

Justo entonces Olemus hizo una especie de juego, y todos salieron propulsados por una ancha y fuerte ola que mandó a todos hacia el borde más hondo del lago. Adaliah se hundió junto con Skrain en vez de salir hacia la superficie, pensó que aquello haría menos doloroso el impacto de la ola sobre ellos. Skrain la siguió. Ambos permanecieron cerca uno del otro, mirándose en la inmensidad de la profundidad, bajo el agua, dónde todo era silencioso.

Cuando la ola se hubo asentado, Skrain se acercó a ella, la tomó de la mano y la cintura, jalándola hacia la superficie. Al subir se miraron fijamente, y él la mantuvo firmemente agarrada, las olas seguían y seguían.

—Si sabes que puedo manejar el agua, ¿Verdad? —se burló Adaliah mientras intentaba zafarse de su agarre—. Pero gracias.

—Es que te veías tan frágil y susceptible debajo del agua —fue como él se justificó—. No pude evitarlo.

Adaliah no sabría describir nunca la sensación que la impulsó a actuar. Tal vez era cierto que una especie de hechizo estaba sobre ellos, pero no fue más que un simple encantamiento que le quitó a todos su inhibición y dejó fuera sus deseos. Eso siempre estuvo ahí, más ella se contenía y no lo dejaba salir.
Los deEra su cuerpo, actuando solo, acercándose a él y dándole un beso que poco a poco se salió de control.

Murmullos de SkrainWhere stories live. Discover now