Prólogo

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Enero, 2003.

–¡Es que no lo entiendo, Euge! –gritaba Lali dentro de su habitación. Tirando mágicamente todo al suelo– ¿Porque no me deja salir? –preguntó arrodillándose en el suelo, tomando con ambas manos sus cabellos, bien morochos– Si ya lo tengo controlados.

–No lo sé, La. Tal vez por seguridad –inquirió al ver a su amiga de nueve años totalmente destruída.

–¡No! –miro fíjamente un oso de peluche que estaba colocado frente la repisa. Fruncio el ceño y lo tiro al piso– Y no, Euge. No voy a quedarme de brazos cruzados –dijo al poder escuchar el pensamiento de su mejor amiga– ¿Sabés lo que se siente? No, nadie siente lo que siento yo. Nadie me comprende. Nadie me pregunta como estoy. Nadie nada. Es ir desde los cinco años a una clase patética donde me enseñen a manejar mis poderes. Aunque ya los tenga dominados. Es estar todo el puto dia encerrada aca. Es ver como pasan grupos de chicos jugando, riendo y divirtiendose desde mi ventana. Es... ¡AGH! ¡ME DA ASCO ESTA VIDA! 

El grito fue tal para hacer que el padre de Lali y el de Euge que estaban tomando un café en la cocina se levantaran y entraran a la gran habitacion.

–¿Quá pasa aca? -preguntó Carlos, el padre de Lali.

–Eu, vamos a casa. Tenemos que empacar –dijo el papa de Euge.

–¿Empacar? ¿Para que? –la cara de Euge lo decia todo–. No me digas que otra vez por trabajo, papa. Siempre lo mismo –gruñó.

–Oh, no. Esta vez no. Nos vamos a la Patagónia –dijo sonriente. Como si la idea lo tuviera encantado– Y como sos menor de edad, te venís con la familia.

–No quiero –nego Euge con los ojos llenos de lágrimas–. Me quiero quedar aca, con mi amiga. 

–Lo lamento hija. La decision esta tomada. Despedite de ella y... y... –abrió los ojos como platos al sentir una fuerte brisa.

La ventana estaba cerrada y parecia que alguien lo estuviera empujando. Y si, era Lali la que provocaba esto. Una vez ambos padres fuera de la habitación, mágicamente cerro la puerta de un gran golpazo y, como si fuera poco, le dio una vuelta de llave.

–No quiero que te vayas –decia la voz entrecortada de Lali a punto de estallar–. Sos mi única amiga, Eu –corrió hacia ella y la abrazó muy fuerte.

–Quisiera quedarme –la castaña comenzó a llorar, acariciandole el cabello a Lali–. Pero no puedo hacer nada. Te prometo que voy a volver. –se solto del abrazo– Siempre serás mi amiga, vendre a visitarte –le sonrio y se acerco a la puerta. Pero al ver la cara de La toda empapada en lagrimas corrio nuevamente a abrazarla– No llores, no me gusta verte asi –estiro el dedo meñique– ¿Amigas para siempre?

Lali dudó dos segundos, luego hizo el mismo gesto con su mano y ambos dedos se entrelazaron.

–Amigas para siempre –sonrió.

Euge se acerco a la puerta. Y volvio a mirar hacia atras.

–La, ¿Que nos volvamos a ver? 

–Que nos volvamos a ver.

Ahora si, pegó media vuelta y comenzó a bajar a pasos firmes la escalera. Donde su papa la estaba esperando.

–¿Lista? 

–Sí –dijo de mala gana y salió sin siquiera saludar. 

–Bueno, nos vemos Carlos. Suerte en tu vida y en la de tu hija –estrecharon sus manos.

–Igualmente –le sonrio Carlos.

Lali se asomó a la ventana. Vió como el coche de Euge, su mejor amiga, iba desapareciendo, poco a poco, hasta doblar la esquina. Una lágrima cayá nuevamente por su mejilla. Ella era la única que la entendia, la que la consolaba, con la que compartía secretos. Y todo se habia ido a la mierda en menos de quince minutos. 

Una enorme tormenta se formo en el cielo. Siempre ocurría cada vez que ella estaba triste, enojada o con bronca.

Se tiró a la cama a mirar fotos con Eugenia. Cuando ambos padres las sostenían, ya que eran bebes, recien nacidas. Cuando hicieron ese viaje a las Cataratas del Iguazú, ambas tenian cinco años y en todas las imagenes aparecian con la mano sujetada una de otra. Miró una ultima, habia pasado hace unos dias atras, en el cumpleaños numero nueve de Lali. Se las veia a ellas dos soplando la vela, ya que Lali la habia invitado a hacerlo con ella. 

–Mejor que se halla ido –dijo Carlos al entrar, sin tocar, en su habitacion–. Podrias haberla lastimado.

–Sabes muy bien que yo tengo mis poderes dominados –le dijo mirando hacia otro lado.

–Bajándome el tono, nenita. Yo veo como los manejas, y no sabes hacerlo.

Lali posá sus ojos sobre un tarro de pintura color celeste que habia en una punta de la habitacion. Estaba abierto, ya que la casa estaba en remodelacion. 

–Ah, ¿no? –lo desafio. Carlos nego– Mira arriba, entonces.

Su padre apunto sus ojos a la enorme lata, que a poco se dio dando vuelta hasta dejar que toda la pintura cayera sobre su pelada cabeza.

–¡Pendeja de mierda! –gritó– ¡Como no me toco una hija normal! –gruño mientras se sacudia, intentando quitarse la mayoria de la pintura que habia sobre su cuerpo.

Con estas ultimas palabras, salio. Dejando a Lali con una enorme sonrisa victoriosa.

Quedate tranquilo. Cuando menos te descuides, yo escapare de aqui. Penso en voz alta. El dia, en el que sea libre.

Holaa, bueno, aca les traigo esta novela, completamente original :) Soy nueva en wattpad y espero agradarles.

@esposmysmile

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