Capitulo 23

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A Lali no se le ocurrió otra cosa que salir, llorando. Corrió hasta la salida del bosque, donde se encontró con Eugenia que, al terminar su trabajo, volvía alegremente al Mandalay. Al verla de esa manera la rubia se alteró:

– ¿Qué pasó allá, no le gustó? –preguntó con un toque de bronca. Si su amiga lloraba de esa manera, era porque el imbecil de Peter la había dañado.

–Sí que le gustó, pero no mi sorpresa. La boca de Mery le gustó –murmuró Lali, entre cortes y sollozos.

Se abrazó a la ojiverde y esta, sin decir una palabra, la acompañó hasta la habitación dónde le iba a lavar la cara.

– ¿Esto lo armaste vos? –interrogó Peter, con cierto enfado por el beso que le había dado la alta.

–Claro que sí –mintió–, ¿Qué creías, que la tonta de Lali iba a hacerte una sorpresa?

–En realidad, esta sorpresa la preparó Lali –saltó a defender Cande, de brazos cruzados.

Llevaba un vestido igual al de Eugenia, y detrás de ella, su hermana, Paula. También con cara de enfado. Peter estaba atónito.

–Sos un tarado, Lanzani –lo retó Paula–. ¿Cómo vas a besar a esta, sabiendo que sólo te quiere por una cosa? –dijo, alzando una ceja.

–¿Lali preparó todo esto?

–Obvio. Te quería dar una sorpresa, y además tenía que decirte algo muy importante.

–Todavía no llegó. Así que te conviene que no los haya visto –dijo, mirando con odio a Mery.

El teléfono celular de Cande comenzó a vibrar y ella atendió: miraba a Peter con rabia.

–Voy para allá –fue lo único que dijo.

– ¿Y?

–Era Eugenia. Vas a pagar muy caro todos los malditos llantos que se escuchaban de fondo –miró a Peter amenazante.

Y luego sí, se alejaron de él y de la rubia.

– ¡Soy un tarado! –gritó, mirando con rabia a Mery–, ¡Todo esto es tu culpa, estupida!

Salió corriendo en busca de Lali. Soñaba con llegar y ver que lloraba por algún rasguño o algo malo, pero no, sabía que lo había visto con Mery, sobre SU sorpresa, que se suponía que era para pasarla junto a Lali. No con la otra.

Tocó la puerta repentinas veces, nadie le abría. Apegó su oído contra la puerta y solamente se escuchaban las voces de las chicas:

–Déjalo, amiga. No vale la pena –la consolaba. Era la voz de Eugenia.

–Mi hermano es un estupido.

–Voy a abrir, seguro es la comida que pedí para que hagamos noche de chicas –dijo Cande, y se escuchaban los pasos hasta que la puerta se entreabrió.

La castaña al verlo lo miró de una mala manera:

– ¿Qué haces acá, tarado? –preguntó bruscamente– ¿no te bastó con arruinarle la sorpresa a Lali?

–Por favor, Candela. Déjame verla.

–No vas a verla, ella no te quiere ver, no quiere saber más nada con vos –mierda, eso lo había destruido–, ve con Mery, seguro te debe estar esperando para hacer cosas zarpadas –carraspeó, antes de cerrarle el portazo en la cara.

Eso se lo había ganado por estùpido. ¿Cómo iba a pensar que Mery había preparado eso? ¿Por qué no se dio cuenta que Eugenia jamás ayudaría a Mery con algo así? ¿Por qué LA BESO? ¿Por qué se le había ocurrido dañar el corazón de la tierna e inofensiva Lali con semejante acto? Caminó hasta su habitación, esperando encontrarse con Gastón, pero él no estaba allí, así que siguió hasta la puerta de Rocío, si no estaba con ella, no sabía donde se pudo haber metido. Tocó tres veces, estaba destruido. Le abrió la rubia, estaba algo colorada y sonriente:

PowersWhere stories live. Discover now