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Aspiré hondo para luego soltar despacio el aire, sentí el aroma de Jack

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Aspiré hondo para luego soltar despacio el aire, sentí el aroma de Jack. Estos últimos días me he quedado en su departamento, Horacio dormía en el departamento del ruso y a Gustabo no le molestó que durmiera con mi novio, así que aquí estaba.
Abrí mis ojos con lentitud, sintiendo la suavidad de las sabanas que me envolvían. Cuando los abrí por completo pude ver a mi acompañante. Su rostro estaba relajado, sus labios estaban entre abiertos y su respiración tranquila, soltaba pequeños suspiros, eso me causaba ternura.

Le presté más atención a nuestra posición, nuestras piernas estaban cruzadas entre si, mis manos estaban sobre su pecho, sus manos me rodeaban de una manera cálida, una de ellas estaba abajo de mi camisa, estando en contacto completo con mi cintura desnuda, aunque en realidad la camisa que traía puesta no era mía sino de él, solo que me la puse para dormir mejor, además de que me fascinaba su olor.

Mire sobre su hombro para ver la hora en el reloj de la mesita, eran las siete de la mañana. Hice una mueca, tenía que levantarme para ir con mis hermanos. A pesar de que dijimos que yo no trabajaría para Emilio, ellos me pidieron ayuda sin que se diera cuenta Escobilla. Me comentaron que tenían mucha mercancía por vender, así que si yo los ayudaba terminarían más rápido por lo que acepté, además, esta no era la primera vez.

Me removí un poco entre los brazos de mi novio, para poder salir de ellos. Comencé a alejarme con cuidado de él, tratando de no despertarlo, pero escuché un gruñido de su parte acercándome más a su cuerpo, sin dejarme ir. Reí bajo e intente hacerlo otra vez, pero solo hice que me apretara un poco más si es que eso era posible.

—Jack— lo llamé, acariciándole el rostro, dibujando pequeñas figuras— tengo que levantarme.

Frunció el ceño mientras negaba con la cabeza.

—Quédate.

Su voz me causó un leve escalofrío, estaba recién levantado por lo que era mucho más grave de lo normal.
Abrió sus ojos, viendo directo a los míos. No pude evitar verlos con atención, eran tan profundos y oscuros que sentía que me perdía entre ellos, su mirada viajaba por cada parte de mi rostro, como si lo estuviera examinando. Su mano que estaba en mi cintura comenzó a dejar pequeñas caricias causándome pequeñas cosquillas.

—Tengo que trabajar, y usted también debe ir, superintendente.

Tomó con cuidado mi rostro y lo acercó al suyo, uniendo nuestros labios en un beso, intenté separarme para volver a decirle que tenía que irme, pero creo que supo que iba a decirle lo mismo, por lo que no me lo permitió, y siguió con el beso. Para que mentir, tampoco quería irme.
Subió un poco mi cabeza y bajo sus besos poco a poco hasta llegar a mi cuello.

—Correcto, soy el superintendente— susurró en mi cuello, haciendo que con cada palabra sintiera su respiración chocar en mi piel— así que puedo llegar cuando me salga de los cojones.

Reí. Técnicamente tenía razón, podía llegar cuando se le diera su reverenda gana, pero yo no, así que lo aparté despacio.

—Les dije a mis hermanos que los ayudaría y tú me estás retrasando.

No fear || Jack ConwayWhere stories live. Discover now