Capítulo 5

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Los tesoros

Rodaric despertaba lentamente como toda mañana tras haber tenido un sueño tan intenso. Sin embargo, dejaremos a Rodaric y al país de Linrra para pasar al planeta Courband.

Sé que tienen alguna curiosidad sobre la chica que estaba congelada, su nombre cómo ella ya lo dijo es Asura. Es muy bella y de un cuerpo muy esbelto, cabello negro y ojos de un verde como el jade igual a su vestimenta, porta una joya con forma de rombo, de un rojo intenso entre su cuello y sus pechos.

Asura estaba saliendo del cuarto donde dormía, caminó por un pasillo largo y atravesó algunas habitaciones que parecían oficinas en las que gente se encontraba trabajando. Todo, incluyendo los muros, eran de materiales claramente muy caros y resistentes.

Luego llegó a una habitación, las puertas se abrieron, eran tan anchas como las paredes y en ese cuarto se encontraban tres personas hablando en una mesa circular que dejaron de platicar al verla entrar. Todos se acomodaron en sus asientos mirándola, creado un silencio atento como si esperaran que ella dijera algo.

—Supongo que estaban planeando una estrategia —comentó Asura cuando uno de ellos se levantaba de su asiento.

—Sí, tenemos una idea, te presento a Sigil es el líder de nuestra mejor división de elite. Se especializa en el espionaje, el rastreo, la infiltración y el robo —dijo Rog mientras Sigil se levantaba.

—Mucho gusto Asura, será un placer explicarle nuestro plan.

—¡Gracias! Yo también he pensado en uno.

—Por cierto, Asura, ¿Cómo te ha ido con el chip de conocimientos que te implantamos? —respondió Rog algo preocupado porque el chip que le implantaron se lo colocaron en situaciones nunca realizadas. En ese momento alguien más llegaba a la habitación.

—Disculpen la tardanza, pero es muy difícil dar con este establecimiento, aún no sé a qué he venido, pero sé que es por un trabajo.

—Así es, tome asiento, ya teníamos su lugar reservado, creíamos que no llegaría, pero qué bueno que está aquí, su labor será indispensable —dijo Rog señalando su asiento con una gentil sonrisa entre su barba y bigote de color rojo castaño.

Todos se acomodaban para dejarle el espacio, ya que lo tenían apretado con sus cuerpos. El nuevo integrante se acomodó en su asiento y luego todos se miraron entre sí antes de que Rog comentara:

—Es un placer tenerlo aquí, Señor Ermet, lo pondremos al tanto de la situación y del trabajo que efectuaría si usted acepta —su mirada era más seria y un poco tensa.

—Sí, entiendo que es bien pagado, cuarenta mil bartos por un solo día, pero fui claro cuando me comentaron del empleo, que no aceptaría hacer el mismo trabajo que he desempeñado siempre, y me aseguraron que no sería así, sin embargo, todo me parece indicar que si lo es y si es así ¡Más vale que me lo diga ahora mismo! —exclamó señalando con su dedo índice la mesa en movimientos firmes.

Rog se sorprendió un poco, pero casi no se notó, logro contenerse un poco y con una breve pausa tras tomar aire disimuladamente dijo:

—El trabajo es similar, pero no es lo mismo.

—Ja, ¡Como puede existir un trabajo similar, es que siempre es lo mismo, a fin de cuentas, hablamos de un secuestro!

—Permítame explicarle, no vamos a...

—Déjeme adivinar... no es un secuestro, es un rescate ¿Cierto? Siempre es lo mismo, secuestro, rescate, para mí es lo mismo.

Rog miró a los demás sin saber que responder, intentó decir algo, pero él continuó hablando muy molesto.

Courband: La Noche EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora