Capítulo XXI

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Un sacrificio inesperado

Cuando el sueño de Rodaric inició, él mismo pudo ver como todos se conectaron y una vez más pudieron verse ahí parados y observando que Saki y Vell estaban despertando a Yata muy preocupados.

—Despierta, rápido despierta.

—¿Qué pasa? —dijo Yata con mucho cansancio.

—Algo muy grande, está cerca y no está nada contento —dijo Saki cuando unos rugidos se escucharon con fuerza.

—¿Algo? A mí me sonó a muchos —respondió Yata asustado.

—Es lo que le digo a Saki, son más de uno.

Ambos salieron de la casa de campaña con mucho cuidado y vieron a lo lejos un fuego quemando un árbol y una vez más varios rugidos mucho más cerca, seguido de un destello azul y el crujir de un árbol grande que casi logra alcanzar la casa de campaña.

De entre los árboles un sujeto apareció corriendo y detrás de él los árboles se movían.

—¡Corran! ¡No se queden ahí! —dijo rápidamente, mientras Asura reconocía quién era y se emocionó al verlo, Rodaric también, por lo que no pudieron evitar preguntar los demás quién era.

—Sin pensarlo Yata corrió y Saki lo siguió, Vell se quedó esperando a ver que era y cuando finalmente lo vio también corrió.

Rodaric, Asura y los demás también lo vieron, era una criatura gigantesca, similar a un dragón, pero con muchas cabezas.

—¡Una hidra! —gritó Vell muy asustado.

—¿Una qué? —peguntó Saki.

—Una hidra, ¿no se supone que deberías saber eso? Por esa razón el rey te dejó venir —replicó Vell.

—Claro que sé lo que es, es solo que no debería de haber una por aquí.

—¿Y cómo se vence a una hidra? —preguntó Yata mientras corría.

—¿Vencerla? ¡Eso es imposible!

—¡Síganme! —exclamó el sujeto desconocido, deslizándose por un barranco inclinado con mucha nieve. Para luego girar en una roca. Una vez que todos lo alcanzaron se dieron cuenta de que la hidra los perdió de vista.

—¿Quién eres? ¿Y por qué te perseguía esa cosa?

—Mi nombre es Yagami, soy un Alquimista y estaba buscando a mi batur, es como un perro, pero muy salvaje y.... bueno, me imagino que entenderán lo que es perder a tu mascota, veo que tienen un guepardo.

—Sí, es mío, y te entiendo. ¿Vives por aquí?

—No, realmente, vivo al otro lado de la montaña, o vivía. La mascota realmente no era mía, yo cometí un error y la mascota se escapó, su dueño me corrió de su cabaña, donde me daba asilo y un cuarto.

—Solo podré volver si encuentro a su mascota.

—¿Por dónde lo viste la última vez? —preguntó Yata, sabiendo que es muy bueno rastreando, ya que es esencial para cazar.

—Lo vi cerca del lago, es de ahí donde me topé con la hidra.

—El lago de las luces, entonces estamos más cerca de lo que pensaba —dijo Saki.

—¿Me pueden ayudar a encontrarlo?

—Yo, sé cazar y rastrear, pero tenemos una misión que hacer, puedo estar atento en el camino —respondió Yata orgulloso.

—El lago está muy cerca de aquí y nos queda de paso para llegar a la montaña. Si me dices donde los viste, podré usar mi sentido espiritual para localizarlo y de paso le enseño a Yata como usar ese poder, él está aprendiendo, y es un elfo igual que yo.

Courband: La Noche EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora