Capítulo 1

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Un gran descubrimiento

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Un gran descubrimiento

«Puede que caminemos entre la niebla que ofusca la verdad. Que los miedos de vivir en una realidad desconocida nos hagan replantear nuestra existencia, y aunque el destino no sea preciso, tiene una cosa clara. Una función que podría permanecer latente a través del tiempo, una finalidad cuya verdad oculta será revelada en el momento correcto... Quizá llegue cuando la vida esté al filo de la muerte».

En tiempos ancestrales, la fe pregonaba que los dioses habitaban en el sol, cuyo fulgor divino iluminaba su mundo

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En tiempos ancestrales, la fe pregonaba que los dioses habitaban en el sol, cuyo fulgor divino iluminaba su mundo. Una pizca de ese resplandor llega al planeta Courband, cuya luz reverbera en las doce lunas, que a su vez redireccionan la energía creando elegantes auroras.

Un verdadero espectáculo celestial que se despliega por las noches, especialmente en Linrra, una nación situada en Lurband, la duodécima luna.

Desde allí, se podía contemplar el planeta y sus luminosas auroras, que enmarcaban el firmamento con una danza de abrumadores colores junto a la grandeza del cosmos.

No había mejor lugar para disfrutar de este prodigioso espectáculo que desde el Salón Real del palacio, donde el emperador de Linrra tenía la mejor de las vistas. Vistas que solo unos pocos privilegiados podían apreciar; y aunque trece millones de habitantes podían parecer muchos, eran pocos comparados con los que habitaban en Courband.

La cúpula del Salón Real permitía vislumbrar el esplendor del planeta, tanto en el apogeo del mediodía como a punto de la media noche. Lurband, siendo la duodécima luna, está sincronizada en su órbita para dar dos vueltas exactas cada día, lo que se traduce en veinticuatro tiempos llamados 'lunos'. Como resultado, el planeta Courband suele estar visible desde Linrra de forma cenital tanto al mediodía como durante la noche.

Pero aquel día era diferente, pues las auroras irradiaban con mayor intensidad, mientras los rayos del sol acariciaban la superficie del planeta con una suavidad inusitada.

En aquel recinto de blancas paredes y elegante mobiliario, se encontraba el emperador Alón. Su reinado estaba a punto de finalizar: solo le quedaban 102 días para que el año 3412 llegara a su fin y el nuevo gobernante tomara su lugar.

Courband: La Noche Eternaحيث تعيش القصص. اكتشف الآن