9- Príncipe de Fuego

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| AÑO 161 DG |

   Cinco años...

   Cinco años siendo Capitán, y ya se terminaba.

   Iroh se encontraba en la cabina de un dirigible que volaba hacia el oeste. Hacia la Nación del Fuego. Según el capitán, estaban a minutos de llegar.

   Ser capitán para Iroh había sido todo un sueño hecho realidad. El veto que su barco recibía por simplemente él estar en él había desaparecido. Parece que Bumi había hablado con Izumi, Zuko y Ukari y todos habían acordado que si querían que Iroh realmente pudiese demostrar ser de valor en el mundo de la milicia, el estar reteniéndolo o perjudicando su carrera no era lo mejor.

   Iroh había dirigido varias misiones de paz y otras de no mucha paz con un éxito superior a lo pensado. No solo era un guerrero sin igual, sino que tenía una mente estratega que a muchos recordaba a su tatarabuelo, el gran Azulon. Había quienes lo comparaban con su tía abuela, Azula, pero no era un comentario que pudieras decir muy en alto y luego quedarte sin una reprimenda por ello.

   Ese día era el último de Iroh como capitán del barco al cual se le asignó hasta ya nueve años. Había pasado por todos los puestos que había disponibles y en cada uno había demostrado un interés por la fuerza que no se veía muy a menudo. Iroh había demostrado, aún sin pelear, tener corazón de militar. Era ya un hombre dedicado y preparado para cubrir amenazas, proteger al inocente y velar por la seguridad de todos aquellos que lo necesitaran.

   Iroh había ganado incontables medallas, muchas de las que relucía en su pecho en ese mismo momento. Girándose, veía a Bumi, su buen amigo y que era aún el comandante de la segunda división. Bumi llevaba en su cargo como comandante el mismo tiempo que él como capitán, y sin duda lo había hecho muy bien pues se dice que fue considerado para General de la primera división.

   —Hasta que llegó el mocoso, claro —dice Bumi a Sadao y un grupo más de soldados, con Iroh oyéndolo y sonriendo mientras decide acercarse.

   — ¿Al gran Comandante Bumi le ofende que vaya a recibir órdenes del mocoso al que entrenó? —Llega preguntando Iroh en un claro tono burlesco.

   —Depende. ¿Cuál será su primer orden, mocoso?

   —Mm, ¿más expediciones al Desierto de Si Wong?

   —Jaja, podría con ellas —dice Bumi, con Iroh riendo en lo que se gira de regreso hacia los ventanales—. ¡En serio! ¿No te conté ya sobre la vez que me enfrenté a una tribu de furiosos maestros arena y...?

   —Sí, rodeaban la única fuente de agua que vieron en kilómetros, todo lo de la catapulta, los puerco-monos... pero vamos, ¿de dónde sacaron la madera para la catapulta? Y volvieron sumamente heridos, así que-

   —La madera provino de un deslizador de los areneros que encontramos tirado por ahí, y para que sepas los puerco-monos muerden, y muerden feo. Por eso estábamos tan heridos —dice Bumi, con Iroh asintiendo mientras sonríe.

   —Alteza Real, estamos sobre Ciudad Volcán —informa el Capitán.

   Suspirando, Iroh se acerca un poco más a los ventanales, viendo cómo unas nubes se dispersan y se puede ver ya la ciudad en la que creció.

   —No estás muy feliz, ¿verdad? —pregunta Bumi.

   —Solo será una noche. Eso es lo único que pienso —dice Iroh, con Bumi palmeando un poco su hombro en señal de ánimo.


. . .


   —Y entonces le dije "no, embajador, no puede depositar eso ahí" —narra Natsu, riendo y haciendo reír al pequeño grupo al que entretiene.

Avatar. Príncipe de FuegoWhere stories live. Discover now