13- Larga vida al Señor del Fuego Iroh

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| AÑO 190 DG |

   —Lu Ten, baja de ahí ahora mismo —Le dice Iroh, pero su joven hijo de 10 años subido a un árbol en lo alto de un monte no hace caso—. Si bajas, te daré una medalla al mejor escalador —Le propone, mostrándole dicha medalla que impresiona un poco al pequeño, pero no lo suficiente.

   —Agh, Iroh, tengo un gran problema —Llega diciendo Akane mientras carga un gran plato ovalado—. Cociné todas estas galletas, pero son de cerezas. Las que ni a ti ni a mí nos gustan. Me temo que tendré que tirarlas todas...

   — ¡No, no, yo las amo! —grita Lu Ten desde lo alto del árbol.

   —Pues es una lástima que estés hasta allá arriba, si las comes ahí podrías vomitar ese trajecito tan lindo que la tía Natsu te hizo. Qué triste estaría ella...

   —No, no lo vomitaré, ya bajo mamá —dice Lu Ten, comenzando a bajar del árbol en lo que Iroh supervisa que no vaya a hacerse daño.

   — ¿Una medalla? ¿En serio? —Le cuestiona Akane mientras tanto.

   —Los niños aman las medallas —Se defiende Iroh.

   —Jaja, cariño, lo criaste jugando Pai Sho y bebiendo té. Lo menos que quiere ese niño en la vida es una medalla de plástico pintada.

   —No es plástico pintado, es en verdad oro.

   —Mm dime una cosa. En todos los años que vestiste todas las medallas juntas, ¿en algún momento sentiste el peso de todo ese oro y plata? —Le pregunta Akane, dejando a Iroh sin palabra alguna—. Eso pensé.

   — ¡Mamá, ya estoy aquí! —Exclama Lu Ten, con Akane pasándole el plato y con el niño trotando feliz hasta una mesa de madera a lo lejos.

   —Ahora tengo ganas de cortar cada medalla y verlo por mí mismo —dice Iroh, con Akane riendo un poco y abrazándolo de lado.

   Juntos, Iroh y Akane ven el atardecer sobre el nivel del mar.

   —Al abuelo Zuko le encantaba cuando veníamos aquí. A pesar de todo lo malo que vivió, tenía buenos recuerdos con sus padres y su hermana.

   —Es la magia de la Isla Ember —dice Akane, con Iroh sonriendo y yendo directo hacia sus labios, cuando entonces...

   — ¡Mamá, las gemelas me están jalando el cabello! —Grita Lu Ten.

   —Solo déjalas jugar con él, cariño —Le dice Akane.

   —No, que esperen a que les crezca su propio cabello y ya —se queja Lu Ten, con Iroh y Akane sonriéndose entre sí y acercándose a la mesa.

   Una vez todos ya están en la mesa, Akane separa a sus hijas gemelas de 5 años de edad de Lu Ten, con Iroh arreglando su cabello.

   — ¿No puedes cortármelo, papá?

   —Oh pequeño, tienes mucha suerte de tener este cabello. A mí nunca me creció así, y eso que era algo muy común en los hombres de la familia.

   —Akira, Kaori, vamos, coman sus vegetales —Les dice Akane.

   — ¡No vegetales! ¡Té y pasteles! —Exclama una de las niñas, con la otra apoyando su pedido y haciendo que Akane mire con cierta desaprobación fingida a Iroh, quien tan solo sonríe y se encoge un poco de hombros.

   Una vez ambos padres han domado a cada uno de sus tres hijos y estos ya están jugando tranquilamente sobre el césped, Akane se sienta junto a Iroh y termina recostándose un poco sobre este. La noche está casi por completo sobre ellos, pero las luces artificiales y de la Luna les permiten seguir tranquilos.

Avatar. Príncipe de FuegoWhere stories live. Discover now