11- Destino

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| AÑO 167 DG |

   Terminando de alistar la última de sus camisas, Iroh ve que solo le queda cerrar su maleta y salir de la habitación, algo que no quiere hacer para nada.

   Al ritmo de un pesado suspiro, termina por sentarse en la cama, momento en el que Bumi se asoma por el arco de la puerta, cruzado de brazos y sonriente.

   — ¿Vienes a verme sufrir? —Le pregunta Iroh al notar su presencia.

   —No tengo que. Ya es algo común verle así, General —responde Bumi con su ya clásico tono burlón—. ¿Listo para volver al palacio real, Alteza?

   —Por los espíritus, no me llames así —dice Iroh, echándose atrás en la cama y cubriendo su rostro con su codo izquierdo.

   —Ya son 5 años de la muerte de tu abuela, y tu abuelo se retira para por fin descansar y recordarla como es debido. La familia ha de estar revolucionada pero a la vez aliviada por algo así, ¿no? —Le dice Bumi, pero Iroh no muestra mucho interés en sus palabras—. Tal vez podrías volver a verla.

   —Si te refieres a la chica por la que hice que Sadao se vaya de la Fuerza, pues no. Me enteré hace unos meses que se comprometió con otro sujeto.

   — ¿Te cambió a ti por un sujeto cualquiera? Auch.

   — ¿Puedes culparla? ¿Quién quisiera ser hoy en día parte de la familia real? No es un cuento de hadas, Bumi. Es más bien... una pesadilla.

   — ¿Y qué hacemos ante las pesadillas? —Le pregunta Bumi con alegría, con Iroh girándose a verlo y sorprendiéndose al ver qué trae consigo.

   — ¿Sí sabes que eres el Comandante líder de la flota en la que nos movemos, no? —Le pregunta Iroh, en lo que Bumi entra a la habitación con dos botellas, dándole una a la vez que se echa junto a él en la cama.

   —Tranquilo, no es como si fuese la primera vez que atiendo la flota con unos tragos demás —dice Bumi, con Iroh tan solo viéndolo fijamente—. Oh... por un momento olvidé que tu posición es elevada a la mía, jeje...

   —Lo que menos quiero ser además de un príncipe condenado a sentarse algún día en un trono viejo, es un bocón con el único amigo que formé aquí —dice Iroh, aceptando entonces su botella, sentándose y bebiendo un poco.

   —Ya verás que no será tan malo como lo crees —Le dice Bumi, dándole un ligero codazo en lo que se une a él para beber—. Sabes, tengo una idea.

   —Mm, no Bumi, no volveré a llevarte a volar conmigo. La última vez casi nos ponen una amonestación —dice Iroh, con Bumi riendo a carcajadas—. Jaja, a nosotros, ¡los que se supone que ponemos las amonestaciones!

   —Sí, la marina es curiosa, jaja... Pero no, ¡no! Tengo una idea sobre lo que podrías hacer ahora que tendrás que irte al palacio con tu familia.

   —Lo escucho, Comandante loco.

   . . .

   —No, de ninguna manera —dice Iroh, poniéndose en pie y apartándose.

   — ¿Por qué no? —Le cuestiona Bumi—. Yo la conozco, Iroh, y-

   —Tú la conoces por ser su amigo personal y su- lo que sea que hayan sido. Yo la conozco por ser mi madre, por ser la siempre perfecta y dedicada princesa que se viene preparando hace décadas para ocupar un lugar que nunca le molestó ocupar. No hay forma en la que siquiera me escuche.

   —Es tu madre, Iroh. Debes intentarlo... —Le dice Bumi con cierta dejadez en su tono y una expresión de preocupación, con Iroh suspirando y terminando con su mirada en el piso, cuando entonces Bumi lo asalta por detrás—. ¡Y si no, al menos ve a buscar a esa chica y no importa si debes romper su matrimonio, te la quedas eh! —Le grita Bumi entre risas, con Iroh sonriendo un poco.

Avatar. Príncipe de FuegoWhere stories live. Discover now