CAPÍTULO I

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La tranquilidad de la noche se vio repentinamente interrumpida a las afueras del reino de Engenia. La tierra tembló bajos los pies de sus habitantes, causando que varios se despertaran, creyendo que se trataba de una pesadilla, lo que no sabían es que minutos más tarde, el caos que rondaba silenciosamente por el reino se revelaría, trayendo consigo el mismísimo infierno...

—¡Despierten! ¡Princesas, despierten! Tienen que irse. —La cuidadora de las muchachas entró a su habitación gritando.

—¿Heloisse? ¿Qué sucede? —Rieka, la mayor de las hermanas, se sentó en su cama mientras se tallaba los ojos.

A pesar de ser la mitad de la noche se podía escuchar mucho ruido afuera, cosa que confundió a la chica.

—Ellos están aquí, tienen que irse —apremió Heloisse mientras tiraba de ambas muchachas para sacarlas de la cama.

—¿Ellos? ¿Ellos quienes? —Selina miró a la apurada mujer sin lograr entender qué era lo que sucedía.

La chaperona se movía por todo el lugar mientras metía descuidadamente ropa en los cofres de las hermanas.

—Los Oscuros —la mención de este nombre ocasionó que un escalofrío recorriera la espalda de ambas chicas, quienes se pusieron inmediatamente de pie e iniciaron a cambiarse.

Apenas terminaron de ponerse las botas y una capa cuando alguien irrumpió en su habitación.

—Tenemos que irnos, el carruaje aguarda por sus altezas y la guardia no resistirá por mucho tiempo —anunció el caballero.

Al escuchar esto, las chicas tomaron unas pocas posesiones y salieron corriendo del lugar siendo escoltadas por varios guardias y en compañía de su  institutriz. Mientras corrían por los pasillos del castillo, se podía escuchar el intenso sonido de la batalla, los campanazos del templo que alertaban a la ciudad del ataque, los gritos de la gente huyendo asustada e incluso a los animales que corrían despavoridos por todo el lugar.

—¿Dónde está Altea? —preguntó Reika a la mujer.

—Está en las caballerizas esperando por ustedes. Ya todo está listo para su partida, las esperan en el reino de Erontios, la mayoría de los príncipes y princesas de todos los reinos han sido llevados a ese castillo bajo las órdenes del rey Yang para asegurar su protección.

—¿Tú vendrás con nosotras? —preguntó Selina esta vez.

—No estaría haciendo bien mi trabajo si no lo hiciera —contestó la institutriz regalándoles una sonrisa tranquilizadora.

Todos aceleraron el paso y, conforme se acercaban a las caballerizas, el sonido de la batalla se volvió más intenso y audible. El aire nocturno olía a madera y carne quemada, y a pesar de las altas horas de la noche, parecía que era de día debido a la furia con la que ardía el fuego a las afueras del castillo, haciendo que el cielo se tornara de un tono rojizo que anunciaba toda la muerte y destrucción con la que se llenaría el reino ese día.

—¡Tea! —Selina abrazó a su hermana menor apenas la vio. Altea se trataba de una niña de catorce años, de cabellos castaños rizados, pecosa y de ojos ambarinos.

—¡Madre! —Reika intentó regresar al castillo por cosas pero su camino fue obstruido por múltiples guardias—. Tengo que ir por las cosas de madre —dijo con desesperación mientras empujaba inútilmente a los soldados.

—Princesa Reika, por favor. Varios objetos han sido evacuados desde hace días. —La mujer la tomó de los hombros en un intento por tranquilizarla.

—¿Las pertenencias de madre están entre ellas? —Heloisse asintió.

Cursed-Blessed {Enhypen}Where stories live. Discover now