CAPÍTULO XVIII

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El príncipe Sunghoon miraba disimuladamente a la princesa Reika en la lejanía, quien por primera vez en muchos días se encontraba completamente sola, pues el príncipe Jay había tenido que ir a arreglar unos asuntos al pueblo dejando a la chica sin compañía.

—Deberías acercarte —habló el príncipe Sunoo sacando a Sunghoon de sus pensamientos.

—Yo... no sé de lo que hablas —intentó mentir el más alto, causando que el menor rodara los ojos.

—Ay, por favor —bufó—. Llevas horas ahí parado observándola jugar con Ni-ki y Altea.

—Patrañas —el bajito suspiró exasperado.

—Por supuesto, ahora resulta que yo soy el loco. Vamos, acércate a ella, se puede ver a kilómetros de distancia que te gusta. ¿A qué le temes? —El pelinegro guardó silencio, pero no fue necesario que lo dijera pues el príncipe Kim sabía perfectamente a lo que le temía—. Vamos Sunghoon, eso pasó hace años, tienes que aprender a perdonarte y dejarlo en el pasado. Un poco de amor no le hará daño a nadie.

El azabache guardó silencio mientras meditaba las palabras del chico de ojos afilados. Sabía que tenía razón, pero en realidad no tenía idea de como acercarse a ella y cada vez que lo intentaba se ponía tan nervioso que terminaba haciendo o diciendo alguna tontería.

—Esta bien. —Sunoo lo miró sorprendido, no esperaba que el chico aceptara tan rápido—. Sólo que no sé qué hacer... Yo no tengo las habilidades de Heeseung o Jake con las mujeres.

—No te preocupes por eso, yo me encargaré de ayudarte.

—¿Lo dices en serio? —El menor asintió con una enorme sonrisa en el rostro.

—Por supuesto que te ayudaré a ganarte el corazón de la princesa Reika. Claro que será difícil debido a tu inexperiencia en el terreno sentimental —este comentario hizo que el pelinegro se sonrojara—, pero ya verás que con mi ayuda podrás conquistarla. Pero primero lo primero. —El bajito se puso de puntillas e inició a arreglar el cabello de Sunghoon al igual que su ropa—. Genial, ahora ya estás presentable. ¿Qué te parece si salimos con ellos? Yo me encargo de los menores y así tú tendrás tiempo a solas con ella.

—Yo... —El príncipe de Pistina no esperó a que el muchacho respondiera y lo jaló consigo al jardín.

—Ahora actúa normal y sonríe —ordenó el de ojos afilados causando que el muchacho sonriera de forma espeluznante—. No, así no. Vas a asustar a los niños con esa cara de asesino que pones. —El príncipe Park lo intentó nuevamente, poniendo una mueca aún peor que la primera—. Oh, por las estrellas. Ahora parece que estás estreñido. ¿Acaso no sabes sonreír con naturalidad? —El mayor se quedó en silencio otorgándole así la respuesta a su pregunta—. Ah, está bien. Cierra la boca —ordenó—, ahora estira la comisura de tus labios. Genial. Abre un poco los labios. —El muchacho intentó seguir sus instrucciones al pie de la letra—. No, mejor no. Déjalos así. Cierra un poco los ojos. No, no tanto. Ábrelos, más, un poco más. Ahí. Y alza ligeramente tus cejas. ¡Genial! Así se hace, te ves perfecto.

—No entiendo como esto me ayudará a conquistar a la princesa —se quejó el príncipe de Ylia.

—Shh, cállate y confía en mí. ¡Princesa Reika! —El de pelo cano saludó a la muchacha con una enorme sonrisa y agitando la mano—. Le traigo un regalo —dijo con diversión mientras empujaba suavemente al más alto—. Me he encontrado a este pingüino abandonado en uno de los pasillos y lo he persuadido para pasar tiempo con nosotros. —Sunghoon sonrió con nerviosismo—. ¡Quien llegue último al lago no come postre! —gritó Sunoo antes de salir corriendo siendo seguido por los menores.

Cursed-Blessed {Enhypen}Where stories live. Discover now