Capítulo 7. Sólo tú me puedes enseñar a volar cometas por el cielo.

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TIAN

La pequeña escuela que los aldeanos habían reconstruido después del terrible incendio que había destrozado el lugar donde Tian había estado enseñando durante su primera estancia en Pha Pun Dao lucía del mismo modo en el que el chico la recordaba. A Tian le parecía que el tiempo en aquella aldea no marchaba del mismo modo que en el resto mundo. Él había estado lejos de todo aquello por dos años pero en la escuela las cosas parecían ser las mismas. Incluso había cometas de colores adornando las paredes del pequeño edificio y el chico no pudo evitar sonreír al pensar que seguramente los niños de la villa habían decorado así su salón de clases para pensar en él.

Tian suspiró. Aún era temprano en la mañana pero la visita a la escuela lo emocionaba tanto que no había podido resistirse a llegar antes que todos los demás. Ni siquiera el nuevo maestro voluntario, un joven alegre y tímido que le había dicho que siempre sería bienvenido en la escuela, había llegado aún. El chico, quien se llamaba Nine, también le había comentado que los niños no dejaban de hablar de él y Tian se había sentido un poco triste al escuchar aquello porque él sabía lo difícil que era vivir a la sombra de un recuerdo del modo en el que le había pasado a él con las memorias de la señorita Torfun que todo el mundo parecía guardar. Tian no quería que eso sucediera con Nine. Tian quería que aquel joven profesor voluntario se quedara a vivir por siempre en los corazones de los niños y por eso había decidido que lo dejaría hacer su trabajo pero aquel día no había podido aguantarlo más.

Tian quería volver a sentir la emoción de estar en su pequeño salón de clases. Quería que Meejo le hiciera miles de preguntas y que Kalae dormitara en medio de la clase. Quería que Ayi le hablara de las miles de travesuras que seguramente había hecho al lado de Khaonueng. Quería escuchar a Inta hablar de su abuela. Tian de verdad quería estar cerca de ellos una vez más.

El joven suspiró y se sentó frente al escritorio donde el profesor había ordenado de manera pulcra varios libros de texto. A Tian le sorprendió que el nuevo profesor también estuviera utilizando notas adhesivas de colores para recordar los temas que tendrían que revisar al día siguiente y al mirar eso, Tian sintió que sus memorias lo llevaban de nuevo a esos primeros días en la villa donde no había tenido ni la menor idea de qué era lo que tenía que hacer como profesor. De no haber sido por las palabras de Phupha quien le había dicho que los niños necesitaban aprender no de los libros sino de él y del mundo del que venía, Tian habría continuado sintiéndose perdido.

Y es que tal parecía que Phupha siempre había estado ahí para animarlo a seguir adelante con sus consejos o con ese modo practico de ver la vida que le permitía ver tan bien las soluciones a miles de problemas que una mente imaginativa y soñadora como la suya no era capaz de ver. Phupha siempre había sido una estrella brillante en medio de la oscuridad y Tian sonrió al pensar en que tendría que decirle eso más tarde. Era hermoso ver cómo los ojos de aquel hombre se iluminaban con las palabras que él podía decirle. La verdad es que seguía siendo un milagro que las facciones de Phupha y su voz se volvieran tan suaves como el sonido de su flauta al hablarle en medio de la soledad de la habitación que los dos compartían ahora.

—Llegaste demasiado temprano, profesor— dijo esa voz suave en la que Tian estaba pensando y al joven ingeniero no le sorprendió para nada que su corazón saltara en su pecho ante la sola visión de Phupha frente a él.

—Ya no soy el profesor aquí pero había olvidado lo bien que se siente ser llamado así— contestó Tian levantándose del escritorio para correr a los brazos de Phupha.

Y es que al tenerlo frente a sí, era difícil no desear estar tan cerca de él como fuera posible. Era como si el chico temiera que de no hacerlo así, Phupha desaparecería y él tendría que conformarse con los recuerdos nada más. Además, Tian pensaba que nadie podía culparlo por tener miedo de perder algo que le había costado tanto tiempo recuperar. Y aunque la presencia de Phupha entre sus brazos era solida ahora y las manos del Mayor estaban descansando en su cintura, Tian quería aferrarse a cada uno de aquellos instantes de cercanía con todo su corazón y con todo su cuerpo también.

Cometas Por El CieloWhere stories live. Discover now