Capítulo 16. ¿Por cuánto tiempo voy a amarte?

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Capítulo 16. ¿Por cuánto tiempo voy a amarte? Mientras haya estrellas en el cielo y aún más si es posible.

Los sueños que se cumplen, aquellos que siempre parecen ser más un engaño de la mente que otra cosa, ese tipo de sueño que uno mira como si fuera parte de una película, era lo que aquellos dos muchachos vestidos con sus hermosos trajes de bodas blancos, estaban viviendo a pesar de que algo muy dentro de ellos aún se negaba a admitir que fuera real.

Y es que la mente humana no está acostumbrada a la felicidad, en el constante ir y venir del mundo, el corazón de los hombres tiende a aprender a tener miedo, teme amar, teme entregarse. Pero en los ojos de Phupha que miraban el lento caminar de Tian, en esas pupilas no había miedo. Alguien dijo alguna vez que toda cobardía venía de no amar, pero aquellos dos chicos amaban mucho, como los humanos no están acostumbrados a hacerlo, amaban tanto que sus corazones parecían estar hechos de luz de estrellas.

Ellos dos estaban hechos de esa luz de estrellas que inundaba el prado donde las familias y amigos de los dos estaban reunidos; también de la música de la primavera que llenaba de perfume el prado aquel donde antes ellos habían volado cometas sintiéndose felices y ajenos al dolor del mundo. Tian y Phupha habían decidido unir sus vidas por amor, sin que reinara entre ellos otro interés más que el de estar juntos todos los días de su vida, despertando uno al lado del otro, sonriéndose mutuamente como lo hacían ahora porque tenían tantos días por vivir aún, porque el infinito estaba ahí al alcance de la mano.

Tan cerca, que les parecía estar viviendo con el mismo corazón, tan cerca, que cada latido no era más que otro acorde de la canción que estaba sonando. Esa melodía suave y dulce destinada a unir sus caminos para siempre, esa melodía al compás de la cual Tian caminaba haciendo que el Mayor sonriera como si hasta ese entonces no hubiera visto nada más bello que aquel chico que parecía venir de la estrella más lejana del universo y que traía a las vidas fugaces de los seres humanos un poquito de eternidad.

Tian sonrió cuando la melodía se desvaneció en el aire, cargada de amor y del perfume de las rosas que colgaban sobre su cabeza formando coloridas guirnaldas que su madre, hermana y las mujeres de la aldea habían preparado durante la tarde anterior. Por fin había llegado al lado de Phupha y su padre, quien oficiaría aquella ceremonia, puso la mano de Phupha entre la suya dedicándole a éste una significativa mirada que quería decir que con ese pequeño acto, el general Teerayut dejaba en las manos de un solo hombre la felicidad de su hijo menor, de aquel chico que tanto había sufrido pero que había logrado construir una vida maravillosa para él.

Phupha asintió mirando a los ojos al padre de Tian quien sonrió convencido de que cuando uno ve a quien ama caminar hacia su destino, ese destino lleno de felicidad, el corazón no tiene nada de qué preocuparse. Teerayut estaba seguro de que Tian conocería la dicha, porque para conocer el amor es que había nacido. Lo mismo pasaría con Phupha, quien en ese momento sostenía la mano de su prometido como quien sostiene en sus dedos el tesoro más grande del mundo.

Phupha suspiró sin poder evitarlo, la belleza de Tian en aquel momento estaba más allá de las palabras de cualquier lenguaje humano al igual que la felicidad enorme que estaba llenando su pecho. Él había esperado aquel momento desde la primera vez que Tian se había reflejado en sus ojos, quizá desde que aquellas montañas y las estrellas habían unido sus destinos por medio de deseos y de recuerdos. Aquella noche, una luminosa noche de primavera en Pha Pun Dao, la hora de casarse con Tian había llegado por fin. Y aquella hora esperada toda la vida había valido la pena. Lo sabía porque la sonrisa de Tian sólo podía significar que estaba sintiéndose del mismo modo que él. Eran uno, un uno indivisible e irrompible para toda la vida y las muchas vidas en las que seguramente estaban destinados a encontrarse.

Cometas Por El CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora