Capítulo 9. Te seguí y reescribiste mi futuro, es aquí mi único lugar seguro

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TIAN

El joven ingeniero caminaba en medio de los campos de té con una sonrisa en el rostro. El sol del medio día brillaba sobre su cabeza con intensidad causándole bastante calor aunque lo cierto era que ni siquiera el sol y su calor podían compararse al torrente de fuego que había sentido al despertar aquella mañana desnudo en cuerpo y alma entre los brazos de Phupha.

Las mejillas de Tian se tiñeron de rubor cuando los recuerdos de las caricias nocturnas volvieron a iluminarse sobre su piel. El joven no sabía si era una bendición o una maldición el que cada centímetro de su piel recordará de forma exacta el modo en el que las manos y los labios de Phupha habían acariciado cada pequeño rincón de su ser. Era una bendición porque al cerrar los ojos, Tian podía sentir de nuevo estrellas de luz naciendo de cada espacio que las manos de Phupha hablan tocado y era una maldición porque Phupha no estaba ahí con él para poder tocarlo.

Sí, sí, él sabía que estaba comportándose como un adolescentes hormonal pero no podía evitarlo. Phupha había hecho del fuego de su pasión algo mágico, algo que Tian jamás había experimentado. Phupha había sido amable y delicado con él , pero también se había dejado llevar por la locura algunas veces. Y Tian había logrado ver estrellas cuando los dos habían alcanzado la cumbre. Y sí, de la mano de Phupha había mirado un cielo donde había más estrellas incluso que en el acantilado de Pha Pun Dao.

La sonrisa de Tian se extendió en sus labios y el deseo de poder estar en los brazos de Phupha se hizo mil veces más grande pero la sola idea de estar con él pronto bastaba para calmarlo al menos un poco, al menos lo suficiente para comportarse hasta que la noche y la oscuridad de la habitación de los dos volvieran a cubrirlos con esa soledad mágica y bendita donde los dos podían olvidarse del resto del mundo.

Tian suspiró pensando en que Phupha se encontraría con él para poder comer juntos. Phupha le había dicho que quería mostrarle un sitio especial y que quería presentarle a dos personas sumamente importantes para él y aunque Tian no sabía muy bien de quiénes se trataba, el chico se dijo que quería causar una buena impresión, una tan buena como la que Phupha había dejado en su madre quien lo había llamado a la base aquella misma mañana para deshacerse en halagos y bendiciones hacia Phupha, cosa que reafirmó la idea de que sin duda alguna la señora Lalita no había podido resistirse a ese encanto involuntario que el Mayor solía tener sobre los mortales.

Y mientras Tian ensayaba mentalmente varias formas de impresionar a las dos personas especiales de Phupha, una figura conocida se acercó a él con sigilo y al chico le sorprendió que al llegar a él, la sonrisa de Longtae no fuera tan brillante como de costumbre.

Su amigo lucía algo cansado y confundido, algo que era muy raro de ver en él. El único recuerdo que Tian guardaba de aquellos gestos en el rostro de Longtae, era la vez aquella en la que las confusiones acerca de la muerte de la señorita Torfun los habían llevado a distanciarse algunos días. Longtae lucía algo triste y aunque Tian esperaba que se tratara de la natural resaca debido a la fiesta en honor de Phupha, los ojos del joven ministro estaban diciendo otra cosa.

—Hola, Tian— dijo el chico intentando sonreír con algo más de energía.

—Longtae, ¿qué sucede?— preguntó Tian de forma preocupada.

—¿Tienes tiempo de hablar un poco? Me encontré a Rang en el camino, iba de camino a recoger a Phupha al pueblo y me dijo que tú y el Mayor comerán juntos hoy así que supongo que llevas prisa pero no te quitaré mucho tiempo, Tian, lo juro.

Tian asintió a las palabras de su amigo y lo siguió con rumbo a la zona de los plantíos de té donde había varios árboles creando una sombra agradable a la orilla del camino. Los dos muchachos se sentaron ahí. Tian podía sentir que la intranquilidad de Longtae crecía en sus ojos pero que a la vez, era más que evidente que su amigo necesitaba ser escuchado a como fuera lugar.

Cometas Por El CieloWhere stories live. Discover now