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El aire que entraba por las ventas del auto movía mi cabello de un lado a otro, el aire era frío que dejaba una sensación única en mi rostro. No habían muchos autos en la carretera y eso facilitaba todo, estaría antes de lo pensado.

Mis pies se arrastraban por la arena mojada, levanté un poco mi vista y vi en dirección al océano, las olas eran tan pacíficas y la luz de la luna era tan brillante.

Suspiré. Que paz me transmitía este lugar.

Mis sandalias en la mano y mi cabello sujeto en una muy mala coleta. Me detuve y vi una vez más hacia el cielo. Podía observar con claridad las estrellas que habían en el cielo de esta noche.

Me sorprendía que siendo miércoles habían personas en la playa , bueno yo era una de esas personas, tenía que ir mañana por la mañana a la universidad pero necesitaba un suspiro y distraerme de todo.

Nunca he sido muy fan de venir a la playa en la noche, pues el mar me aterraba, pero no estaba aquí para nadar, el mar me transmitía una enorme tranquilidad y eso es lo que quería en mi vida, un poco de tranquilidad.

Era un poco ilógico que aquellos que me transmitía paz también me causaba terror.

Volví a caminar y sentía el agua en mis pies, estaba arriesgándome mucho al estar tan cerca del mar muchos dicen que soy muy exagerada pero el mar es algo hermoso pero algo que deberías de temerle.

Mi mirada estaba concentrada en el suelo que no me di cuenta de que habían personas frente a mi, no fue hasta sentí como mi cuerpo fue levemente empujado haciendo que retrocediera un poco.

—Lo siento muchísimo —se escuchó una voz masculina.

A parte la vista del suelo y entonces lo vi, su cabello estaba desordenado y a pesar de la poca iluminación pude ver que estaba sudando, no tenía la camisa puesta y su short de color blanco estaba totalmente lleno de arena.

—Está bien...creo que tengo que ver dónde voy caminando para que cosas cómo estás no pasen —sonrió.

—En serio que lo siento muchísimo, supongo que mis amigos deben de hacer lo mismo.

—No te preocupes, no pasa nada.

—¿Segura?

—Demasiado —asentí y después le sonreí un poco.

—Una vez más, lo siento.

Él estaba por irse, pero hubo algo que lo detuvo, arrugué un poco mi entrecejo ya que no comprendí su acción ya que se hinco frente a mí y después rápidamente se puso de pie.

—Creo que esto es tuyo...

Vi su mano y noté la cadena con el dije de la luna que mi hermana me había regalado, era muy importante para mí. Lo tomé y lo puse en mi bolsillo delantero de mi short.

—Gracias...no sé qué habría hecho si lo perdiera.

—No hay de qué, soy Ashton, por cierto —sonrió sin mostrar los dientes.

—Vrai.

—Nunca había escuchado ese nombre es muy lindo. Aunque parece que es complicado de pronunciar.

—Gracias...y lo es, mi mamá es francesa y pues el nombre es francés, me llevó mucho tiempo aprenderlo a pronunciar de pequeña.

—¡Ashton vienes o no! —gritó alguien, él se giró un poco y yo vi en la misma dirección y vi a otro chico sentado en la arena haciéndole señas extrañas al él—. Ya casi es medianoche y aún no terminamos el juego.

—¡Ya voy! —se regresó a mi—. Fue un gusto conocerte y perdón por casi golpearte con la pelota, que tengas una buena medianoche Vrai.

Hizo un gesto algo extraño cuando pronuncio mi nombre que hizo que riera un poco, me relamí los labios y moví un poco mi cabello ya que estaba estorbándome.

—También fue un gusto conocerte Ashton y gracias por lo del collar, tú también ten una buena medianoche y suerte con el juego.

Se despidió de mí con un gesto de manos y regreso con sus amigos de forma rápida para lanzarle el balón al chico que le había gritado minutos antes, yo di media vuelta con la intención de ir por mi auto y buscar un lugar cercano para pasar la noche, vi mi reloj mientras caminaba de regreso y efectivamente era medianoche.

Cuando ya estaba montada en mi auto para encenderlo el rostro del chico se me vino a la mente, su cabello rebelde y su sonrisa tan contagiosa y sincera.

Debiste de haberle pedido su número de teléfono, dijo mi subconsciente.

¿Cómo iba a pedirle su número de teléfono? Hablamos como por cinco minutos y fue algo muy simple, lo que menos quería es que se llevará una impresión mala de mí, además que esa posiblemente sea la primera y última vez que lo vea. Contraataque.

Era guapo lo acepto, pero la posibilidad de volver a verlo era muy mínimas quizás después de hoy él se olvide de mi y yo haga lo mismo...

Ahora sólo podré recordarlo como el chico de cabello desordenado que conocí en una playa en un miércoles desde de que casi me golpeara con su balón.

Sin duda algo digno de recordar.

Pero que mal suena mi sarcasmo. Lástima que en las clases de psicología no te enseñan cómo hacer uso del sarcasmo solo te hablan de cómo tratarlo con tus pacientes.

Estaba por poner el auto en marcha pero la pregunta del millón se presentó.

¿Dónde pasaría la noche? O lo que resta de ella.

Según el GPS había un hotel no muy lejos de donde estaba, llegaría tarde mañana, de eso estaba más que consciente y sabía que si mi madre se llegara a enterar de ello todo sería bastante intenso.

Llegue al hotel que me aparecía en el gps, no era un hotel de 5 estrellas o algo parecido pero era suficiente para pasar una noche ahí.

Dejé mi auto en el estacionamiento y saqué mi maleta improvisada y mi bolso y caminé hasta la recepción del lugar, toque la campanilla que estaba en el mostrado un par de veces y después una señora de unos 50 quizás apareció en el mostrador con una sonrisa voluminosa.

—Buenas noches bella dama —le sonreí.

—Buenas noches, quisiera una habitación, ¿aún tiene libres?

—Por supuesto que si, ¿como quieres la habitación?

—Una sencilla, de una cama, sólo pasaré una noche.

—Por supuesto que si, por la noche son veinte dólares.

—Oh claro —busqué mi cartera y saqué dos billetes de diez y se los di a la señora quien sonriente me entregó las llaves de mi habitación.

—Que tengas buena noche.

—Gracias.

Tomé las llaves que había dejado en el mostrador y vi el número de ella, supuse que debería de estar en el segundo piso ya que era la habitación 16 así que me subí al elevador y marqué el segundo piso.

Busqué mi habitación y era una de las últimas, abrí la puerta y encendí las luces de la habitación al momento de entrar, era una habitación bastante agradable, todo era muy lindo a pesar de ser un motel no muy lejos de la playa pero con competencia más fuertes a su alrededor.

Tenía un baño pequeño pero era lo necesario, tenía una pequeña ducha y aproveché para asearme ya que sentía que tenía arena en la espalda y era una sensación desagradable. Por alguna extraña razón cuando pensé que en la playa y la arena en mi cuerpo se me vino a la mente del chico.

Maldición...era realmente guapo.

Cómo pude me lo quite de la mente y me puse una ropa cómoda pero segura, no me daba mucha confianza dormir en hoteles yo sola pero esta vez tenía que ser así, me metí en la cama que era bastante cómoda y apagué la pequeña lámpara y después de darle mil vueltas a la cama conseguí conciliar el sueño pero lo primero que ocurrió cuando cerré los ojos fue su sonrisa.

La sonrisa tan contagiosa de Ashton....maldita sea, si debí de haberle pedido su número de teléfono.

Pero eso ya no se podrá. La posibilidad de coincidir com una persona que conocen así es muy mínima y lo positivo no es nada lo mío. Solo permanecerá en mis recuerdos, quizás por muy poco tiempo o quizás no.

Tal vez después de la medianoche su recuerdo se haya desvanecido.

Midnight | A.IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora