Capítulo 15: El discurso

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Todos se quedan en silencio

Me subo al podio en el que daré mi discurso.

Todo el pueblo está aquí reunido para escuchar mi discurso.

No estoy nervioso, he hecho esto varias veces ya, no es la primera vez que doy un discurso para toda la comunidad, ya sea con preparación o no, pero todos mis discursos son los mejores.

Tomo una inhalación profunda y miro hacia abajo. Veo a mis padres apoyándome con una sonrisa y a Isabel viéndome con adoración.

Toda la comunidad me ve con esa misma admiración.

Me aclaro la garganta, y me acerco al micrófono para dar el discurso.

—Nuestra comunidad, como sabemos, está atravesando tiempos difíciles, y es posible que pensemos que Dios nos ha abandonado.

—Pero no es así. En estos momentos es cuándo más necesitamos tener fe. Nuestro Padre Celestial nos está poniendo a prueba, y debemos mantener nuestra fe y nuestra esperanza si queremos pasarla.

—En estos días estuve hablando con una chica de la comunidad, y le dije que la fe mueve montañas, y sostengo mi opinión. En nuestra conversación, le dije que todo esta pesadilla pronto se acabará, y así es.

—Tengo fe en que todo va a mejorar, ¿y ustedes?

Los aplausos no tardan en estallar, la gente eufórica, aplaudiendo le a su ídolo, a su santo.

Yo soy su santo, y ellos me adoran.

...

Después de la iglesia, mis padres y yo llegamos a casa.

Mis padres se van a su habitación y yo a la mía.

Me quito la ropa formal y la cambio por algo más cómodo.

Me quito los zapatos y los calcetines, quedando descalzo.

Me acuesto en mi cama y me pongo a pensar, como es normal en mí.

Lo de hoy salió muy bien. Es bueno ver que entre tantas cagadas, al menos algo me sale bien.

Cierro mis ojos y me propongo dormir.

Todo va a estar bien...

Todo va a estar bien...

Todo va a estar bien...

Ni yo mismo me lo creo.

...

Me levanto de mi cama y voy a ducharme.

Sentir el agua fría caer sobre mi piel se siente muy relajante.

Muchas personas prefieren el agua caliente para ducharse, pero a mí me gusta fría. Un poco extraño, pero bueno, no sería la única cosa que no está bien sobre mí.

Cierro el agua, y me pongo una toalla al rededor de la cintura.

Me tomo un tiempo para mirarme en el espejo.

Mismo cabello castaño, mismos ojos grises, las ojeras que me han estado saliendo porque Aiden no me deja dormir.

Me fijo un momento en mi torso desnudo. Estoy en forma, supongo, aunque bastante delgado, tal vez debería hacer más ejercicio.

No me voy a morir por ser ligeramente más musculoso.

Me pongo un pantalón de vestir de color marrón oscuro con zapatos del mismo color, camisa manga larga de color verde menta.

Me lavo los dientes, me peino el cabello, y me aplico el maquillaje que ahora estoy usando para cubrir las ojeras.

La idea de empezar a usar maquillaje para las ojeras no me molesta en absoluto, nunca he sido de masculinidad frágil.

AidenWhere stories live. Discover now