Capítulo 22: La maldición de Charlestone

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Yo lo maté.

Fue lo último que recuerdo antes de volver a la realidad.

Tanto que me esforcé en borrar todo eso, en eliminar el dolor, la culpa.

Mis padres ya habían intentado convencerme de que dejara de culparme por eso, que yo no podía cambiar lo que paso, y un largo etcétera.

Y de verdad quería creerles, quería convencerme de que no había sido mi culpa, pero luego recuerdo que fue mi estupidez lo que hizo que todo acabara.

Debí cerrar la maldita boca, dejar de desafiarlo constantemente,  el mato a mi hermano para castigarme, porque yo me negaba a dejarme doblegar.

Hice lo posible por controlarme mientras estábamos secuestrados, y hubo ocasiones en las que me porte de maravilla, pero también había momentos en los que esa parte de mi que no me permitía dejarme someter, tomaba el control.

Casi hasta parecía que el maldito infeliz y yo teníamos una especie de juego enfermizo, donde lo retaba, el intentaba someterme y yo no se lo permitía.

Mas o menos era eso lo que había entre nosotros.

Y lo odiaba, el maldito desgraciado me secuestro, me torturo, asesino a mi hermano en mis narices, y no conforme con eso intento violarme.

Esa escena, si no lo hubiesen asesinado, Dios... hasta me da algo de miedo imaginarlo.

Todo ese tiempo encerrado, comiendo a penas lo suficiente para mantenerme con vida, los golpes constantes, el miedo... tanto que me esforcé en olvidar todo eso y mi madre solo viene y me lo hecha en cara.

Gracias, mamá, yo también te quiero.

Aunque pensándolo un poco mejor, no se si tenga demasiada moral para reclamarle, considerando que gran parte de su dolor y de papá es culpa mía.

Que mierda tan complicada, conmigo todo que ser complicado. ¿Por que las cosas no pueden ser mas fáciles?

Que molestia.

Me levanto de la cama y salgo de mi habitación, ni siquiera se a donde voy a ir: tal vez salga a caminar, tal vez vaya a la cocina por agua, tal vez me quede en mi cama el resto del día llorando y dudando como el patético que soy, tal vez compre una escopeta por Internet y me vuele la cabeza...

Las opciones son ilimitadas.

Mientras paso por la habitación de mis padres, escucho un ruido y presto atención. Mis padres parecen estar teniendo una discusión, parece que mi madre esta muy enojada, incluso triste.

—Voy a salir un momento.

No obtengo respuesta.

Doy un suspiro y continuó caminando.

Bajo a la cocina y me sirvo un vaso de agua, y cuando termino de beberlo salgo a caminar un rato.

El clima está un tanto desolado hoy: más nublado de lo normal.

Mientras camino me pongo a pensar en cuál será mi siguiente movimiento: ya tengo algo cobra Aiden, pero no estoy seguro de que sea suficiente.

Es psicópata, así que claramente tiene la capacidad de asesinar a alguien, pero eso no prueba que lo haya hecho.

Luego están mis padres: me inquieta la idea de haberlos puesto en peligro con mi imprudencia. Si el asesino se llega a enterar de que estoy detrás de él... Dios...

Tengo que ser más cuidadoso de lo que nunca he sido, me dediqué a cazar a un asesino sin ponerme a pensar en el peligro que eso implica, como si fuera un simple juego, qué estúpido he sido.

AidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora