Capítulo 2: Isabel

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-Hoy nos encontramos aquí reunidos para despedir el alma de Hugo Gutiérrez, un joven ejemplar de nuestra comunidad.

Suspiré con tristeza. Conocí a Hugo, él era, como dijo nuestro líder, un joven ejemplar. Nunca fuimos los grandes amigos, pero siempre hubo entre nosotros una relación cordial.

Siendo hijo único, buscaba ese amor fraternal entre los jóvenes de la iglesia. Obviamente, por ser una comunidad cerrada, era fácil conocernos entre todos, y la muerte de uno nos afecta a todos.

Apreté mis puños con rabia. Rabia porque no es justo que Hugo pase el resto de su existencia siendo comida de lombrices, mientras su asesino estaba libre porque la policía todavía no lo atrapaba.

Era un buen chico. ¿Qué razones podría tener el asesino para matarlo?

Ojalá lo atrapen pronto, una persona tan peligrosa no pude andar suelta en Charlestone.

En lo que termino de pensar, nuestro líder concluye con la despedida.

—...y que en el Cielo el alma de Hugo encuentre consuelo. Amén.

—Amén.—repiten todos.

A continuación, empiezan a bajar el ataúd dónde está el cuerpo de Hugo, hasta que queda a tres metros bajo la tierra.

La madre de Hugo, la Sra. Gutiérrez, lloraba desconsoladamente mientras su esposo la abraza intentando consolarla. Él también llora, más discretamente, intentando ser fuerte por ambos.

La imagen me rompe el corazón, los señores Gutiérrez no merecen sufrir de esta manera. El monstruo que les arrebató a su hijo pagará por esto, yo me asegurare de que pague.

Nos levantamos de nuestros asientos y comenzamos a irnos del lugar.

Algunas personas decidieron quedarse para darles el pésame a los padres de Hugo, yo decidí unirme también.

Me acerqué cuidadosamente a ellos—Lamento mucho lo que le pasó a Hugo,—les dije una vez estuve frente a ellos—Hugo era un buen chico, él no merecía esto.

La Sra. Gutiérrez me dio una sonrisa triste, fingida. Obviamente, la mujer estaba demasiado destrozada para dar una sonrisa auténtica—Ahora está en el Cielo, Dios lo cuida, al menos tenemos ese consuelo.

—Así es.

Mamá y papá también les dieron a los señores Gutiérrez sus condolencias, y empezamos a caminar para irnos.

Mientras caminabamos hacia nuestro auto, una voz aguda me hizo detenerme.

—¡Ethan!—sonreí, conozco esa voz.

—Isabel, hola.—le sonreí abiertamente.

Isabel es mi compañera en el instituto, y mi mejor amiga.

Isabel es una chica hermosa. Con su cabello pelirrojo, y esos ojos verdes que fácilmente te hipnotizan si te les quedas mirando por mucho tiempo.

No es ningún misterio que con su belleza, Isabel tuviera hipnotizados a todos los chicos del instituto.

Más de uno quiso invitarla a salir, pero ella, amablemente por supuesto, los rechazó a todos.

¿Por qué? Porque ella está enamorada de mí.

Nuestra relación de momento es de mejores amigos, aunque ella siente más que una pequeña amistad por mí, y yo lo sé.

La idea de pedir permiso de sus padres para cortejarla pasó por mi mente más de una vez, pero hasta ahora no me he atrevido a hacerlo.

AidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora