Capítulo 26: Las cosas empeoran

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Aiden

Empiezo mi mañana como todos los días, preparándome unas crepas con crema, acompañadas de un café sin azúcar.

Hoy desperté más feliz de lo habitual, este estúpido pueblo está de cabeza e Ethan debe estar más desesperado que nunca.

Todo cortesía de su servidor y la asesina.

Las cosas empeoran, muy bien.

Después de desayunar, medito unos segundos sobre si hacerle una visita a Ethan, no nos hemos hablado desde nuestro encuentro "romántico" en el bosque, cuando Ethan estaba más enojado que nunca y yo lo ayudé a liberar estrés.

Tal vez se ponga feliz de verme… o tal vez no.

No puedo evitar sonreír ante la idea de Ethan gritándome y sacando su lado violento conmigo, es muy divertido.

Y yo aprovecharía para sacar a relucir mi lado violento con él, eso está demás decirlo.

Me dirijo a un sector de la mansión en dónde tengo un pequeño gimnasio que uso para entrenar, obviamente.

Enciendo la luz y busco unos guantes de boxeo que tengo colgados en la pared, me los pongo y empiezo a golpear con fuerza un saco.

Me tuve que poner una camiseta de tirantes blanca para no sudar la ropa que normalmente uso para salir.

Cuando termino de entrenar me voy a darme una ducha rápida, no quiero estar sudado y apestoso cuando vaya a visitar a Ethan.

Me dirijo a mi habitación a vestirme para hacerle una visita rápida a Ethan, estoy de humor para discutir con él un ratito.

Mientras me dirijo a la puerta noto una foto que cada vez la veo me genera algo de molestia, pero que sigo conservando por alguna razón.

Una foto en la que estoy con mis padres, los tres sin expresión y usando nuestras mejores ropas. Ese día fue la última vez que me tomé una foto con mis padres, antes de que se fueran a mejor vida.

Sonrío un poco, qué mal por ellos.

Cruzo la calle para tocarles la puerta a mis vecinos favoritos. Toco el timbre y me doy cuenta de que esta vez se están tardando en atender, lo cuál es raro porque en la cena habían contestado a mi llamado casi al instante. ¿Qué estarán haciendo ahí dentro?

Siempre me ha dado curiosidad qué retorcidos secretos pueda tener esta familia.

Después de esperar por casi un minuto entero me doy la vuelta para irme, pero escucho la puerta abrirse y me atiende el dueño de mis pensamientos: Ethan Stevens.

Parece que no ha dormido bien, porque su apariencia es bastante deplorable: cabello desordenado, ojeras profundas, lagañas…

—¿Qué te pasó, Ethan? Te ves del asco.

Él rueda los ojos.

—Muérete, imbécil.

Me río un poco, haciendo que me mire con rabia—No, tú a mí me quieres, lo último que quisieras es mi muerte.

—Claro que te quiero, a tres metros bajo tierra.

—De verdad me odias.

—Como no tienes idea, maldito infeliz.

—¿Y por qué te sientes tan atraído por una persona que odias?

Ethan se queda pensando en lo que acabo de decir, como si mi pregunta lo hubiese tomado.

—Vete a la mierda, Aiden. Eres el único en este pueblo quién deseo con todas mis fuerzas que sea atrapado por el asesino.

Eso me sorprende un poco, aunque hago lo posible por no demostrarlo.

AidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora