Trabajo comunitario

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Los niños disfrutaban de esto, pero ella no. Los niños amaban jalarle el cabello, ella quería mandarlos a volar de una patada. Los niños disfrutaban montarse en ella, pero lo único que quería ella era irse a casa y luego golpear Natsu y Gray, aunque por los momentos esos dos estaban como niños, cuando volvieran a su edad actual lo haría.

Por los momentos Erza Scarlet estaba haciendo los trabajos comunitarios que el oficial le puso. Ella tenía muchas opciones elegir, pero eligió esta, las otras eran peores. La peli escarlata cuidaba a unos niños del demonio que lo único que sabían hacer era joderle la vida, mientras que el pequeñuelo Fernández se encontraba sentado en una banca de por ahí cerca, esto era más que estresante para la Scarlet, tenía que cumplir 5 malditas horas con esos niños del demonio, de las cuales solo llevaba 2, ella lo único que quería era irse.

―Erza-san..―le hablo una pequeña niñita de cabellos rubios a la susodicha, ella era la más tranquila del grupo ― ¿Puede contarnos alguna historia?

― ¡Sí Erza-san! ―grito otro de los niños de cabello azul, ese era de los que estaba encima de Erza.

― ¡Una historia de zombies! ―sugirió uno de los niños.

― ¡No! ¡Mejor una de vaquero! ―los niños se emocionaron bastante con este que sugirieron infinidad de temas a escoger.

―Mejor... una romántica ―sugirió esa pequeña niña de cabellos rubios. Erza vio la mirada de esa niña, es tan inocente, así que decidió hacerle caso a ella.

― ¡Esta decidido! ―les dijo Erza ―Sera una historia de amor ―la pequeña rubia se emocionó bastante así que comenzó a saltar de la emoción, a los demás le dio igual ―. Todos reúnanse en círculo ―los niños acataron la orden de la Scarlet ― ¿Jellal? ―el nombrado que ahora estaba de brazos cruzados viendo a quien sabe dónde, volteo y miro a Erza.

―Estoy bien así ―contesto simplemente, haciendo que Erza pusiera los ojos en blanco.

―Muy bien niños, le contare una hermosa historia de amor, pero para eso, necesito una armadura ―todos miraban a la Scarlet, impresionados queriendo saber que armadura sacaría ― ¡Kaiso!

― ¿Es necesario que cambies de armadura? ―pregunto el Fernández desde el lugar donde estaba.

―Sí y ahora comencemos con la historia ―los niños comenzaron a prestar atención a cada cosa que Erza dijera ―. Tal vez esta historia no tenga un título o sea conocida pero para mí es más que importante ―agacho su mirada mostrando una sonrisa ―. Esa pequeña niña que siempre estuvo sola, que sufrió injustamente, que siempre se preguntó ¿para qué he nacido? Tenía a alguien a su lado, no cualquier alguien. Tenía a un niño que siempre estuvo para ella, que aunque la maldad estuviera en él, muy en el fondo de su corazón... él amaba a esa niña... ―Jellal dormia tranquilamente o eso pensaba Erza, más bien él escuchaba su relato pensando que eso se le hacía conocido.

"A veces la vida era algo injusta con quienes no se lo merecen, pero así es la vida ¿no creen? Creo que la historia de amor de esos dos niños no fue muy linda y cuando crecieron tampoco lo fue han pasado por mucho y creo que ellos merecen estar juntos, sé que lo estarán y espero que eso sea pronto."

Erza termino con su relato dejando a los niños confundidos, aunque la pequeña de rizos rubios entendía perfectamente todo, por lo cual solo comenzó a sonreír.

―Yo quería que hubieran piratas ―dijo de pronto uno de los niños.

―Y yo zombies.

―Yo quería acción.

― ¡Callense! ―les regaño la niña rubia.

―Calmados niños por favor ―les tranquilizo Erza, todos los niños se callaron y se quedaron callados ―. ¿Vayamos por helado?

― ¡Sii! ―gritaron todos emocionados.

Se tomaron de la mano y comenzaron a caminar en dirección a la heladería. Jellal se levantó de donde estaba, con la mirada baja aunque dejando ver una sonrisita.

Llegaron a la heladería y degustaron de diversos helados, y para suerte de Erza habían pasteles, por lo cual se comió como unos 15 (poco para ella).

Las horas pasaron y Erza cumplió con sus horas, dejo a los niños en la guardería donde ellos estaban y se dirigió con Jellal hasta Fairy Hills, lo único que quería es tomar un baño y descansar.

―Erza-san ―le hablo el Fernández, la peli escarlata volteo a verlo y se fijó que llevaba la mirada baja lo cual le extraño ―. Tú... ¿estas enamorada?

Erza se sobresaltó, ¿por qué este niño le preguntaba eso? Pensó bien las cosas y decidió contestarle.

―Cada vez que pienso en él me sonrojo, no lo puedo evitar. Siento mariposas en mi estómago y solo tengo ganas de besarlo, creo que si lo estoy.

Jellal bajo la mirada y término de ponerse el pijama, se acostó en la cama y se puso las sabanas en toda la cara, haciendo que la peli escarlata riera. Minutos después ella se durmió con una gran sonrisa.

Editado el 18-12-2015



Cuidando a unos ImbécilesWhere stories live. Discover now