7 | La misión suicida con el Grinch

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Si le dan mucho amor a este capítulo, actualizo el sábado *Guiño y besotes*

Individuo: Alana Disney.

Fecha de nacimiento: 15 de junio.

Fecha de muerte: El sábado en la fiesta de su crush.

Causa de muerte: Humillación pública.

Testamento: Le dejo mis medias dispares a Etel, mis camisetas de las princesas a Cassie y un mensaje para el Señor Succionador de Almas Alias Espectro del Mal: Deja de meterte a casas ajenas y causar sustos de muerte.

Último deseo: Entiérrenme con mis medias de unicornio, pero primero lávenlas. No son radioactivas, no las van a matar.

Después de mi suicidio público en casa de Adam, demoré tres horas en pararme de la cama y otras dos en tomar el autobús. Cuando entré a la preparatoria, varios me miraron burlones y otros con pena. Me escondí en los baños una vez más y me pasé todo el día ideando un plan para huir del país.

Claramente no funcionó porque Etel y Cassie me sacaron a rastras del baño, una de cada brazo como si fuera una loca.

Y básicamente mi día consistió en dar pena ajena y evitar a Adam.

Hasta que se me ocurrió una idea.

Y hacia ahí iba yo, caminando a zancadas con una sonrisa esperanzada en el rostro. La persona que me daría esperanzas con Adam estaba ahí de pie frente a los casilleros con el cabello oscuro desordenado y una chaqueta de cuero cubriendo sus brazos.

Me planté frente a él sonriendo de oreja a oreja.

—Hola.

Axen ni siquiera me miró. Cerró su casillero y se dio media vuelta en la dirección contraria, dándome la espalda.

—Grosero. —mascullé yendo tras él—. ¡Oye! No se le da la espalda a una persona cuando te habla.

—No me importa. —dijo sin volverse.

Corrí hasta alcanzarlo y extendí los brazos a los lados para cortarle el camino. Axen bajó la mirada hacia mí como quien mira un pedacito de basura.

—¿Qué quieres?

—Necesito tu ayuda.

—No es de mi interés.

Y trató de volver a caminar, pero yo no me aparté de su camino.

—Ni siquiera me has escuchado. —insistí terca como una mula. Él soltó una maldición entre dientes y se quedó de pie en silencio. ¿Eso era una invitación a que hable? Sonreí como una niña y empecé con mi no tan elaborado pero maquiavélico plan—. Necesito tu ayuda para conquistar a Adam.

Esperé a que dijera algo. Una reacción, una mueca de burla o al menos que intentara irse otra vez, pero Axen no dio señales de vida. Su rostro no expresó sorpresa y su postura era indiferente como siempre. Unos mechones de cabello oscuro le cayeron por los ojos cuando se inclinó.

—No. —Fue todo lo que dijo.

Me rodeó sin mirarme y continuó su camino.

—Me lo debes. —reclamé en voz alta. Él se detuvo, pero no se volvió—. Entraste como un ratero a mi casa y te dejé quedarte. Me mojaste todo el piso y te di mi manta favorita. Encima me rompiste un jarrón. Me lo debes, Axen. Por favor.

Creo que pronunciar su nombre funcionó porque al fin se volvió hacia mí y me miró en silencio desde lo alto. Su casaca de cuero se tensó en su cuerpo mientras sus ojos oscuros me miraban fijamente.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora