10 | La bestia lectora y la princesa cantante

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N/A: Este es uno de mis capítulos favoritos. Van a GRITAR asies, así que canchita al lado, acelerador cardiaco a la mano y a disfrutar.

La temida hoja en blanco.

Si uno más uno es dos, y dos más dos es cuatro, entonces Adam más yo ¿somos un futuro juntos? Uf, necesito esa inspiración para este ensayo.

Dejé caer mi cabeza sobre la mesa, abatida.

—Etel, ¿quién rayos es Shakespeare y por qué no me lo presentaron? —murmuré de mal humor.

—Si quieres te lo presento, pero te quedas con él.

—¿En serio? ¿Dónde está?

—En el inframundo.

Fruncí el ceño. Mis esperanzas de que el tal Shakespeare me ayudara se fueron al tacho. Subí mi pierna a la mesa y me levanté el jean para que ella me viera a través de la pantalla del celular.

—¿Ves esto? —Señalé mis medias rojas con dibujitos de candela—. Son las medias de la furia.

Etel enarcó una ceja, burlona.

—¿Y tú eres Rupertinsky?

Abrí la boca, ofendida. Esta pelirroja del demonio me acababa de tomar por tonta con su sarcasmo ingenioso.

—Si Shakespeare mató a Romeo y Julieta, tú mataste la amenaza que inspiraban mis medias. —refunfuñé entre dientes.

—Él no los mató.

—¿Cómo? ¿Entonces están vivos?

En mi mente me sentí un meme con un cartel de «Hice todo este llanto por nada» en la frente. Etel puso los ojos en blanco como si yo fuera un caso perdido.

—No se puede matar a quien no existe.

Genial. Otra destructora de ilusiones.

—Le quitas lo divertido a la vida.

Y hablando de destructores de ilusiones...

El Señor Escalofriante entró por la puerta principal con su indiferencia y su actitud cortante.

Desde el día que peleamos, Axen se mantuvo lejos de mí. No respiraba ni cuando yo estaba cerca, como si tuviera la peste de ilusiones no correspondidas.

Lo miré de reojo. Él, como siempre, no se molestó en mirarme. Subió las escaleras a zancadas y se perdió en su habitación.

Grosero.

—Deja de mirarle el culo o se dará cuenta. —soltó Etel.

—No le estoy mirando el... —Sacudí la cabeza y me puse de pie—. Hoy me voy a enfrentar a la bestia lectora.

Etel se inclinó hacia el celular.

—¿Y lo enfrentarás luciendo como un espantapájaros?

Entrecerré los ojos. Tenía mi mejor camiseta roja con mis jeans sueltos y mi par de medias más aterradoras y amenazantes. Me había vestido para la ocasión, aunque hubiera sido mejor que me vistiera totalmente de negro por si no salía viva de esta.

—Recuérdenme como un héroe.

—Felices Juegos del Hambre y que la suerte esté siempre de su lado. —Etel sonrió burlona y cortó la llamada.

No sé si me estaba deseando suerte o la muerte, pero me armé de valor y subí las escaleras en silencio.

Ash estaba durmiendo en su cuarto, así que tenía que ser discreta si no quería tener al pequeño ser infernal de chismoso por ahí.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora