Escuela para hibridos malcriados 😾😾

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Dos hibridos caminaban por el patio de la academia tan silenciosos como podían. Su tiempo de castigos había terminado y el castaño había analizado y memorizado los horarios de los maestros quienes les tocaba vigilar la academia.

Unas horas antes, en el recreo, un pelirrojo había recolectado las cosas más asquerosas que se encontró, y las reunió todas detrás de un arbusto.

Finalmente, en la noche, se dirigieron al arbusto tan silenciosos como pudieron. Hicieron la mezcla que terminó con un color púrpura y consistencia viscosa. La metieron en dos frasquesitos y esperaron a la mañana para realizar su travesura.

Y otra vez: un pelirrojo y un castaño se dirigían junto con el profesor de educación física a la oficina del director Kunikida. Pero había algo diferente, esta vez Chuuya y Dazai cargaban con una pequeña sonrisa maliciosa, tratando de contener la risa ante los sollozos de un hibrido de conejo.

Cuando Iván entro a la academia, nunca se imaginó que terminaría caminando a la oficina del director empapado de una sustancia viscosa y mal-oliente. Para Iván, lo único que había hecho mal había sido estar en el mismo grupo que ese maldito doble negro. Por su culpa, su hermano terminó desmayandose ante el olor de esa sustancia morada que quién sabe con qué la hayan hecho.

Dazai y Chuuya se había pasado noches planenado esto, con algunas peleas si, pero al fin cumpliendo lo que Kunikida tanto quería: trabajar en equipo. La humillación que ambos sufrieron en la clase de química por culpa del conejo llorón, los unió para cumplir su venganza.

No hizo falta que el profesor tocara la puerta, Kunikida salió de su oficina visiblemente enfadado, lo que hizo sospechar a Dazai que quizá ya se había enterado.

Acomodo sus lentes tratando de calmarse, no podía olvidar que estaba tratando con niños, los cuales, habían pasado por algo difícil que aún no podían superar del todo. 

"Chuuya, Dazai, Iván, pasen adentro" ordenó Kunikida, con voz firme. Los nombrados obedecieron, y los dos traviesos se sentaron cómodamente en las sillas delante del escritorio.

"¿Qué fue lo que paso?" preguntó el director.

"E-ellos nos a-arrojaron al-algo de-feo" respondió el hibrido de conejo entre sollozos.

"¡Ellos empezaron!" saltó a defenderse Chuuya.

"Nosotros no hicimos nada" chilló más fuerte Iván.

"A ver, a ver, ¿qué pasó desde el principio?" Kunikida interrumpió al no entender nada.

El castaño, que se mantenía sereno y seguro con la situación, comenzó a explicar:

"Miré, un día después de que mi compañero y yo entraramos a la academia, nos encontramos con este ser, nada respetuoso, que nos empezó a hacer bromas y todo tipo de humillaciones" dice la momia, tratando de utilizar el más sofisticado (y pretencioso) lenguaje, cosa que, en realidad, no sorprendía a Kunikida, quien sabía que eso no era más que una táctica para disuadir su atención. "Debe comprender que, aunque hasta ese momento me lo tomaba con calma, mi compañero pelirrojo no lo hizo, y su exaltación no hizo más que avivar el deseo de Iván y su hermano para molestarnos."

Ante la falta de réplica, Kunikida entendió también que Dazai hablaba de esa forma para que Iván, al no entender lo que decía, no podía defenderse.

"¿Y por eso le echaron esa cosa a sus compañeros?"

"Oh, claro, eso no es todo. Verá, al llegar a la clase de química, nuestros contemporáneos, Iván y su hermano, trazaban un maquiavélico plan para reafirmar su dominio a la clase. Este consistía de aprovechar los materiales del experimento que nuestro profesor nos mostraria. Tomaron todo el polvo que quedó del carbón y nos lo echaron. Y no sólo eso, con el conocimiento que ellos tenían sobre nuestra inmensa repulsión a que nos emparejen, decidieron ponernos un apodo despectivo 'doble negro'. Bueno, por esa razón decidimos devolverle el trato, sólo que está vez sustituimos el carbón por..." observo a Iván. "Otras cosas".

School days with idiots.Where stories live. Discover now