-No, Jughead, yo si tengo las cosas claras. Me atraes y te tengo una especie de cariño, eso es todo.
-¿Ahora si? ¿No era un idiota al que nunca amarías y todas tus mierdas?
Una fiesta cambió todos los planes, para bien o para mal, debía afrontar un...
La chica dejó la última caja en el suelo suspirando y limpió sus manos contra su pantalón dispuesta a ordenar su nueva habitación.
Tenía dieciocho años y debía rehacer su vida, al menos por los próximos cuatro años, en un lugar completamente desconocido. Al menos, su compañera de cuarto parecía divertida.
Con sus padres no tenía muy buena relación, por lo que no les preocupó al momento de dejar la casa. Su hermana mayor y su familia seguían en Riverdale, pero al menos tenía a su hermano. Él era unos años mayor, ya estaba instalado en la ciudad y había formado una fraternidad.
Observó el aburrido color que tenían las paredes, eso le hizo recordar a lo bonita que era la habitación de su hermana cuando era una adolescente, siempre había querido una así.
Tomó algo de dinero y salió del cuarto, en la pequeña sala vio a su compañera. Esta tenía su misma edad, por lo que no sería difícil ponerse de acuerdo al hablar de los gastos y el orden del espacio que compartían; pero por el momento sólo le sonrió antes de irse.
Esa tarde había recorrido algunos locales donde consiguió pósters, una lámpara para el escritorio, y también había encontrado un lugar para imprimir sus fotos. A la vuelta, pasó por el supermercado a comprar provisiones para unos pocos días, pero sus manos ya no podían cargar con tanto peso.
Al abrir la puerta se encontró con la sala libre de cajas y restos de cinta. Veronica, su compañera, estaba sentada en el suelo frente a la puerta de su habitación dibujando algo en esta.
La rubia dejó las bolsas sobre la mesada —Hola.
—Oh hola.— soltó girando para poder verla—Wow, chica, si que te gusta ir de compras.
Ella rió acomodando la comida en el refrigerador—No tanto, pero quería acomodar mi cuarto y traje para cenar. ¿Te gustan las hamburguesas, verdad? Era lo más rápido que se me ocurrió, y no tengo ganas de hacer algo más elaborado.
—Claro, hamburguesas está perfecto. Y tranquila, no eres la única a la que no le gusta este lugar, mirame, estoy pintando mi puerta.
-—Deberíamos ir de compras juntas y adornar esta sala vieja.—sugirió divertida—¿Y... Pintar la puerta está permitido?
—Claro que no.—rió.
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