43

595 52 15
                                    

Inma tocó el timbre que se encontraba en la puerta de la valla, alzando su mirada hacia el cielo para observar las grandes palmeras que se encontraban al otro lado de la valla, que les daba mucha sombra aquella tarde de verano.

—¿Esta es la casa de Iker?— preguntó Sonia, boquiabierta.

No era una simple casa, era un chalet precioso, con piscina y varias palmeras rodeándola. La valla era lo único que las separaba de él.

Había pasado un año desde que llegué a casa entre lágrimas, pero nunca les quise explicar lo que ocurrió y por qué. Me encerré en mi habitación, sólo salía para comer y cenar en la cocina, trabajar, y para ir al médico. No me unía a las comidas/cenas familiares y entre amigos, viajes a la playa, cualquier cosa social... siempre nos acompañaba Raúl. Y no podía mirarle a la cara y saber que pudo haber ocurrido, pero él no quería. Cada vez que me acordaba de nuestra última conversación, se me saltaban las lágrimas.

Inma y Sonia no tardaron mucho en averiguar lo que había ocurrido, Raúl les presentó a su pareja, Enara, unos meses después. Era una chica de pelo rubio largo, ojos verdes y labios rosados como chicle. Era más joven, de unos veinticuatro años, recién salida de la universidad. Había estudiado inglés, era profesora, como yo.

Mis dos mejores amigas no podían odiarla, por mucho que quisieran, porque Enara era demasiada inocente. Siempre tenía una sonrisa dibujada en la cara, no hablaba mal de nadie, siempre tenía historias que contar... No había razón para desconfiar de ella.

Un día, todo cambió para mí.

Fui a la biblioteca en busca de libros en alemán, justo la misma biblioteca donde me encontré con Raúl y su amigo meses atrás. La cosa es, la biblioteca era enorme, constaba de cinco plantas y varias secciones en varios idiomas. Me quedé estancada, daba vueltas alrededor de la sección de italiano. Pasaba mis manos por los libros en busca de algo en mi otro idioma, pero no logré encontrar nada.

De alguna forma u otra, entré sin querer en la sección de economía. Iba caminando sin mirar, y sin querer me choqué contra un cuerpo desconocido, seguido por el sonido de libros impactando contra el suelo de madera. Me giré rápidamente, dispuesta a pedir perdón, y me encontré con un hombre que me sacaba dos cabezas.

—¡Lo siento!—

El hombre desconocido recogió los libros del suelo, y se giró para mirarme a la cara. Sus tatuajes en los brazos eran visibles con la camiseta de mangas corta que vestía, me llamó la atención uno en concreto con la palabra 'sinner'. El pelo del joven era un castaño claro, le crecía en mechones desiguales hasta las orejas, me sonrió dulcemente al verme.

—¡Tranquila! Ha sido despiste mío.— se explicó.

El desconocido portaba unos libros entre las manos, miré por detrás de su hombro y me di cuenta que se trataba de un stand para firmas de un libro. De la mesa con el bolígrafo y los libros colgaba un cartel de la portada, y la cara del autor se reconocía fácilmente. Era el mismo desconocido de antes.

Iker Aramburu.

—¿Es tu firma?— pregunté, sin pensar dos veces.

Ese tal Iker asintió.

—Sí, ¿acaso quieres una firma?—

Sacudí las manos.

—¡No no! ¡No sé ni si quiera quién eres!— exclamé, pero rápidamente me tapé la boca al darme cuenta de lo mal que había sonado aquello.

Iker soltó una carcajada al oírme tartamudear una explicación. Me había entendido a la primera, no necesitaba explicarme en absoluto. Posó una mano encima de mi hombro para intentar calmarme.

Pelirroja De Bote (Auronplay)Where stories live. Discover now