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Iker se encontraba sentado en su oficina, observando la pantalla del ordenador con curiosidad e intensidad. Iba metiendo cosas en la cesta de la compra, ignorando el precio final como siempre hacía cuando se trataba de planear cosas simples.

—Ya lo siento por volver a llamarte en tan poco tiempo, sé que tenías planes.— le dijo Iker.

A su lado, sentado encima de la mesa, se encontraba la rubia vestida de vaqueros azules: Enara. La joven se encogió de brazos al escuchar a su amigo decir aquello.

—Tranquilo, he visto que era una emergencia. Aún así, me siento mal por mentirle a Raúl y decirle que era una emergencia familiar.— comentó la joven, abriendo su espejo portátil para aplicarse el pintalabios de nuevo.

Iker se rió ligeramente.

—Gracias por ayudarme. La he liado bastante hoy al confortarme con ella. Dice que no tengo en cuenta sus sentimientos.— explicó Iker.

Enara puso una cara extraña al oír a su nuevo amigo decir eso. No quería decirle a Iker que hacía demasiadas cosas por su novia, o que le daba la razón por cosas absurdas, ya que eso era decisión de Iker. Pero, aún así, decidió decir algo para que Iker no pensase que todo era su culpa.

—Aún así, Iker, has hecho bien en decirle cómo te sientes. Ahora ella sabe que te molesta que no te cuente cosas así.— le dijo.

—Sí, pero quiero mantenerla feliz. No me gusta que haya problemas entre nosotros, Enara.— explicó Iker.

—Lo entiendo, pero aún así, creo que deberías tener tus propios sentimientos en cuenta y saber que tienes derecho a sentirte enfadado con ella.—

Iker ignoró su comentario y simplemente giró la pantalla de su ordenador para que la rubia le diese el aprobado. Enara posó su dedo en la lista de cosas que comprar, leyendo y observando cada detalle de cada producto. Cuando dejó de examinar, asintió con la cabeza.

—Perfecto.— fue lo único que dijo.

—Ahora solo falta la tarta.— anunció Iker. —He pensado en pedirle a una pastelería una tarta de cuatro pisos de color rojo, como su pelo. Sé que es una cosa de la que se siente orgullosa.—

—¿Crees que Ainoa querrá a tantas personas en su fiesta de cumpleaños? Sin ofender, pero me da la sensación que Ainoa siempre ha sido una chica introvertida.— preguntó Enara, posando una mano sobre su barbilla.

Iker se encogió de hombros. Nunca había visto a Ainoa en una fiesta, pero asumió que eso sería porque ya eran adultos y no podía ir a trabajar sin haber dormido o con resaca. En su mente, podía ver por dentro una veinteañera con ganas de pasar una buena noche rodeada de aquellas personas que tanto la querían. Por eso estaba planeando una gran fiesta en la mansión para celebrar su cumpleaños que se acercaba pronto.

—Es géminis, le gusta la interacción social.— bromeó el americano.

Enara dejó los ojos en blanco ante el chiste malo, pero no pudo evitar que una sonrisa se le dibujase sobre el rostro.

—Me gusta la idea en sí, es muy romántico hacerle esto. ¿Sabes lo que daría yo para que mi nvoio me planease una fiesta así?—

—¿Raúl no te haría una fiesta así por ti?— preguntó Iker, alzando una ceja.

Enara sonrió tristemente al pensar en Raúl. Raúl no era de hacer fiestas de aquél estilo, él era más de quedarse en casa y cocinarle una cena romántica. A Enara le gustaba aquellos gestos, pero había veces que quería salir a celebrar estrenando nuevo vestido y conocer a nuevos amigos con los que podía quedar y charlar. 

Pelirroja De Bote (Auronplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora