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Iker nos preparó la mesa en lo que duró aquella discusión. Colocó los platos blancos con pequeños dibujos de mármol acompañado de sus respectivos cubiertos y bebidas, incluyendo dos botellas de vinos de gran valor. El comedor estaba impecable, iluminaba la mesa de mármol con una luz blanca, procedente de una lámpara suspendida del techo con forma de cuadrados geométricos.


Inma y Sonia se sentaron al lado, mirándose entre ellas. Iker fue un amor, y sacó la silla para dejarme un lugar donde sentarme. Tras asegurarse de que todo iba en orden, colocó en medio de la mesa blanca una cazuela con lo que parecía ser arroz con diversas verduras, acompañado por otra olla con trozos de carne de ternera y una salsa de vino rojo, además de puré de patatas.
Mi novio repartió la comida delicadamente con una cuchara de madera. En la sala reinaba un silencio incómodo mientras intercambiamos miradas entre nosotras. Iker notó este momento incómodo, e intentó cortar la tensión con un comentario.


—Bueno, chicas, ¿os ha gustado el tour?— preguntó Iker, sonriendo.


Inma alzó la mirada al ver que Iker estaba echándole en su plato el arroz con verduras, le estaba hablando a ella. Irguió su espalda, mirándole fijamente a los ojos para ser educada. Al hablar, Inma notó el acento americano de Iker, algo que le extrañó bastante. Su nombre era vasco, no americano.


—Vaya, eres americano.— señaló Inma.


Iker asintió.


—Nací en Bilbao, por ello el nombre vasco, mis padres se conocieron en esa ciudad. Aunque mi madre tiene un restaurante en Nueva York y es americana, por eso hablo inglés. Ahora han abierto un restaurante en Barcelona, he comprado una casa aquí por esa razón.— explicó mi novio.


Sonia se llevó un trozo de arroz a la boca cuando fue servida, su cara se iluminó nada más saborear las diversas verduras y hongos en los granos, además de la salsa de vino sobre la carne. Inma vio esta reacción del rabillo del ojo, y decidió probar la comida. Su reacción fue más o menos como la de Sonia, solo que intentaba disimular su encanto.


—Está muy rico.— comentó Inma, con un tono serio, manteniendo una expresión pétrea en su rostro.


Yo ya estaba acostumbrada a la increíble comida que nos preparaba Iker, su madre era una gran chef, y él había aprendido a cocinar desde una edad temprana todo lo que su madre preparaba en el restaurante. Cada día me sorprendía aún más, tenía tanto talento que era incapaz de asimilar que un chico tan maravilloso como él estaba con alguien tan simple como yo.
Iker le pasó la mirada a Sonia y sonrió dulcemente.


—¿Quieres vino, Sonia?— le ofreció Iker.


Sonia aceptó su oferta y dejó que Iker vertiese el vino rosado y espumoso. Se veía que era de buena calidad, la botella lucía el logo de una marca poco conocida. Inma también se aprovechó y permitió que Iker derramara un poco de vino en su vaso.


—Iker, si me permites preguntar, ¿de qué trabajas exactamente?— saltó Inma al ver que Iker se sentó sobre su silla.


Iker contestó mientras se echaba a sí mismo una ración de arroz con verduras y se sentaba a mi lado.


—Soy escritor de libros, además manejo una pequeña empresa online.— explicó.


Decidí añadir otro comentario, ya que se le había olvidado mencionar un detalle importante.
—Su madre es la mejor cocinera que conozco, su restaurante se encuentra en el centro de Barcelona. Es de cinco estrellas.— comenté.


Sonia tragó lo más rápido posible el trozo de carne que masticaba para poder contestar a este comentario.


—Vaya, entonces debe costar una fortuna, y la lista de espera debe ser muy larga.—

Pelirroja De Bote (Auronplay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora