Con sabor a café

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Aquella mañana comencé como de costumbre sacudiendo la pereza dentro del saco de dormir y tostando mi piel bajo el suave calor de las brasas. Al poco tiempo me uní a los otros para ser colado y terminar en el posillo donde me probaría un paladar femenino. Recuerdo que era la tercera del día y de no haber sido por él, seguiría acariciando el volumen carnoso de sus labios.

De pronto, la vi llenar una segunda taza de peltre con mi esencia, solo que esta vez en lugar de azúcar agregó algo distinto. Algo que sin saber por qué me hizo sentir amargado, irritado y sumamente ponzoñoso.

Ese día fui colocado en una bandeja y me llevaron junto a un par de madalenas de chocolate. Mire bien alrededor, hasta donde me lo permitía el borde de la taza y descubrí que teníamos visitas. Un sujeto de cara conocida, aunque no fuese un cliente habitual. Mas bien, diría que era uno especial, uno al que ella decía querer. Uno que le debía mucho dinero.

Los escuché conversar largo rato, rieron, coquetearon y sin darme cuenta terminaron en la habitación. En ese momento, supuse que me quedaría otra vez frío y alborotado con ganas de ser consumido. Normalmente eso no me afecta, pero ese día no era el de siempre y creo que me sentía un poco susceptible.

Esperé, esperé y esperé, hasta que vi a la mujer dueña de mi, meter ambos pocillos en el microondas para recalentarnos; la peor sensación del mundo para un grano tan delicado y elegante como yo. Después de unos segundos, fuimos a la habitación donde nos esperaba un hombre semi desnudo que fumaba un cigarrillo.

El me recibió y bebió con lentitud, murmurando frases quejumbrosas y algo obcenas. Fue entonces que mi esencia se convirtió en algo letal y los restos de mi que quedaron en el fondo, observaban intrigados en lo que me convertía. En un primer momento, el efecto parecía algo sutil; fácilmente opacado por las hábiles manos de la mujer que procuraba complacer al sujeto dándole masajes en aquella zona, donde le vello púbico se hacía mas evidente.

Aquello me hacia sentir abochornado pero no podía dejar de mirarla, sus manos subían y bajaban con destreza, él en cambio, se estremecía y jadeaba un poco cuando se lo apretaban. Era algo indescriptible incluso comenzaba a subirme la temperatura. Pero todo eso se puso muy raro cuando vi un gesto de dolor en la cara del hombre.

Se estaba poniendo pálido y de la nada comenzó a gemir de dolor, se agarraba el abdomen y se retorcía como un gusano con sal. Al rato comenzó a sudar frío y su rostro, casi verde, expresaba temor. Ella sin embargo, se bajó de la cama con cuidado y tomo asiento en el taburete que estaba frente al tocador, mientras encendía su pipa y se deleitaba con el malestar ajeno. Yo contemplaba todo desde abajo, desde el fondo de la taza y me esforzaba por entender lo que sucedía.

-Qué me haz dado?- pregunto el tipo antes de vomitar encima de las madalenas. luego no pudo parar y vomitó hasta sangrar. Olía horrible. Como a carne cruda y podrida.

Ella no contestaba, solo sonreía. Parecía extasiada con el espectáculo. El sujeto continuo retorciéndose intentando recostar su cuerpo torturado y consumido por dentro, tratando de encontrar una posición cómoda para yacer en definitiva.

Para aquel instante, la mujer se había levantado del taburete dando una bocanada de humo, colocó su rodilla sobre el pecho del casi cadáver y tras cubrir la boca del sujeto con fuerza, la oí susurrarle al oído.

-Así se siente la traición.-Le reprochó con ira contenida en su voz, esparciendo en cada palabra porciones de humo que ya no eran percibidos por la victima pues se había ahogado con el ultimo espasmo de vomito.

La mujer le miro por varios minutos con expresión vacía hasta que decidió escapar de la escena como si nada. Quizás a casa de una amiga que vive muy cerca de nosotros, no lo sé. Honestamente no me esperaba esto de ella... que me dejara botado, me refiero... Ella me adora y... no me esperaba que me hiciera eso por culpa de ese bastardo. Se sentía desolador y era extraño estar al lado de ese sujeto. Tampoco quería formar parte de esto, pero aquí estoy, hablándote sin parar de una puta vengativa. Mi puta vengativa

-Prostituta?

-Si, así es como ella se hacía llamar. Pero la verdad es que solo era una concubina mal pagada y con algunos despechos amorosos. El error de ese idiota, fue deberle tanto dinero y acostarse con la otra.-

-Entiendo... Muchas gracias por colaborar con el caso. Conservaremos su testimonio como parte de la evidencia.- Indicó el forence que salió de su oficina para entregarle los resultados de las pruebas toxicologicas al oficial que llevaba el caso.

-Y bien? pudiste encontrar algo.-

-Ujum... Se confirma la causa de muerte por envenamiento con cianuro y ... también tenemos pistas del sospechoso. Había dos muestras distintas de ADN en las tazas con café que recuperamos.-

-Perfecto! Entonces, manos a la obra.- Sentenció el oficial tomando las esposas y las llaves de su auto.

Relatos de una mujer solitariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora