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Athenea abrió los ojos con una gran energía, se sentía muy descansada, se sentó y miro como Navier miraba por la ventana con un deje de tristeza, enfrente de ella estaban sus damas de compañía más fieles.

— ¿Me perdí de algo? — preguntó mientras miraba a las mujeres.

— ¿Puedo decirle? Digo, en cualquier momento se va a enterar — opinó Laura mientras miraba a la emperatriz, esta asintio.

Eliza camino al armario de la emperatriz y saco un bello vestido verde perteneciente a Athenea, no era glamuroso ni nada por el estilo, era mas sencillo, y era para estar en el jardín.

Laura y Eliza llevaron a Athenea a darse un baño mientras le explicaban la situación, mientras tanto Navier se quedó viendo por la ventana mientras llevaba una mano a su pecho, le dolía, se sentía vacía, el pensar que Suvieshu planeaba tener una amante la atormentaba.

— Quizás lo que dice la condesa Eliza sea cierto pero... Duele mucho — murmuró mientras cubria su rostro con sus manos, se hundió en su asiento mientras el sentimiento de dolor crecía y lágrimas quisieran salir, de la nada una perfecta calma la inundó, una calidez extraña la cubrió y una imagen de pollitos llegó a su mente. — Thea... — murmuró con una sonrisa.

Mientras en el baño Athenea tenía sus manos en su pecho y recitaba una melodía tierna, suave y amorosa, Laura y Eliza no dijeron nada y menos cuando vieron un brillo en sus manos, siguieron bañándola pero se asustaron al ver que lágrimas corrían por el rostro de Athenea, Laura iba a hablar pero Eliza lo impidió, no sabían que era lo que la menor hacia y tampoco sabían que pasaría si la interrumpian.

Minutos después Athenea se calmó y abrió los ojos — continúen, quiero saber con lujo de detalle que pasó mientras no estuve — ambas damas obedecieron.

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Athenea era peinada mientras Navier la veía, cuando la menor lo noto empezó a reír.

— ¿Que sucede? — preguntó divertida, Navier sonrió y se acomodó mejor en su cama.

— Gracias — dijo con sinceridad, Las tres damas se detuvieron sorprendidas, la primera en salir de la sorpresa fue Athenea.

— ¿Por? — preguntó, Eliza y Laura reaccionaron y le dieron los últimos detalles al peinado de Athenea, lo difícil no era el peinado, sino que la chica tenía demasiado cabello.

— Hace rato... — Athenea entendió, al ver que el peinado estaba listo se puso de pie, se acercó y la abrazo — lloraste por mi culpa — la pelirroja sonrió y negó.

— No es tu culpa sentirte así, no es tu culpa tener ganas de desahogarse, Navi, no te culpes por las decisiones que los demás toman — se alejo con una sonrisa, miro por la ventana y un brillo especial apareció en sus ojos — vamos al nido, me gusta estar allí, hace un bonito día — las mujeres asintieron.

— Bien, vamos, hoy no tengo mucho trabajo — Navier se puso de pie y camino a la salida de su habitación.

La emperatriz salió primero y atrás de ella iba una campante princesa, aún con el sueño que había tenido el día anterior ella haría como si nada, o eso tenía pensado, no sabía porque el emperador haría eso, pero ella sabría salir, lo que si sabía es que todo cambiaría para la emperatriz, días antes vio su futuro, ella iba a ser feliz, iba a tener hijos, pero de alguna manera creía que no iba a ser a lado del emperador Suvieshu.

Protected » [Kosair]Where stories live. Discover now