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Rashta salió de su habitación con un plan en mente, estaba furiosa con el hecho de que el emperador no había hecho nada en contra de Athenea o de Kosair, por ello, ella haría las cosas.

Pudo ver a Athenea con la emperatriz, ambas iban a la habitación de la mayor, por ello, Rashta aprovecharía el momento.

Ingresó con lentitud a la habitación de la princesa, al ver qué no había nadie, sonrió con malicia, se acercó al buró y buscó alguna cosa que le sirviera para ir en contra de ella.

"¡No puede ser que no haya nada!" Pensó con enojo Rashta mientras sacaba algunas cosas, pero se detuvo al ver un libro.

- Pro..pro..te..tec..ci..on - leyó con dificultad la albina - ¿Protección? - murmuró confundida.

Rashta agarró el libro y sonrió, quizás le serviría, se dió la vuelta pero se asustó al ver a la persona frente a ella.

- ¿has encontrado lo que buscabas? - preguntó Athenea mientras se cruzaba de brazos.

- Yo... - "¿Cómo llegó tan rápido?" Se preguntó la albina.

- Deja ese libro, ahora - ordenó con seriedad al ver el libro de pasta naranja en las manos de Rashta.

- ¿No me lo puede prestar? Rashta quiere leer uno de los libros de su alteza porque sus gustos son buenos - la pelirroja se acercó asustando a Rashta.

- ¿Te atreves a venir a mi habitación después de intentar machar mi nombre y el de el hermano de la emperatriz? - preguntó con ironía Athenea mientras le arrebataba el libro. - No importaba si tenías el libro, no ibas a poder abrirlo - confesó mientras alzaba el libro.

- ¡El que sea una princesa, en este imperio no significa mucho! - la pelirroja soltó una risa al escuchar la ridiculez que había dicho la albina.

- Te equivocas, soy incluso más poderosa que el emperador, si recibo un rasguñó él lo recibirá multiplicado por mil, ¿Al menos sabes cuánto es eso? - preguntó divertida Athenea para enojo de Rashta - más bien, las cosas serían así, el que tú seas la amante del emperador no te hace importante - comentó.

- ¿Por qué le gusta humillarme? - preguntó con los ojos llorosos la albina.

- Creí que era lo que querías - respondió Athenea mientras se sentaba en un sillón con toda la elegancia de una princesa - Dijiste que te menospreciaba y humillaba cuando no era así, ahora puedes decirlo con toda la razón, pero nadie te creerá, ¿Quién lo haría cuando me han conocido desde hace diez años? - preguntó mientras la miraba con superioridad.

Rashta se enojó y quiso irse si no fuera porque su cuerpo no le respondía.

- Deja ese collar donde lo encontraste - ordenó Athenea mientras hacia que Rashta enseñara un collar con un piedra blanca, la albina en contra de su voluntad colocó el collar en una caja roja.

- ¡Le diré al emperador como me trata! - exclamó con enojo la mayor.

- Dile, no me importa - contestó la pelirroja con calma - estás en mi habitación, tenías mi collar y mi libro, ¿Quién sale perdiendo? - preguntó mientras dejaba libre a Rashta y el dorado de sus ojos se apagaban. - Vete - la corrió.

Cuando la albina se fue, Athenea suspiró enojada, nunca había tratado así a alguien, pero de alguna manera ya no podía controlarse mucho con ella, simplemente le molestaba el solo verla.

Sin muchos ánimos se levantó y caminó a dónde estaba la caja roja con el collar que anteriormente había agarrado Rashta, la agarró y caminó hasta su armario para guardarlo en lo más oscuro y oculto de allí, entre un montos de telas.

Protected » [Kosair]Where stories live. Discover now