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Navier desayunaba tranquilamente siendo acompañada por aquella joven que vino de Oriente junto a ella.

Tiana se había encargado de cuidar a la nueva reina de Occidente, estuvo allí para ayudarla en todo lo que necesitase, la rubia lo agradecía pues se alguna manera los actos que la castaña hacía le recordaban a su mejor amiga.

Pero había algo que la Trovi aún no comprendía del todo, y es que habían momentos en dónde la dama se desaparecía por mucho tiempo, al volver solo decía que se había encontrado con alguien.

- Me pregunto si mi señora ya está despierta - murmuró Tiana llevando una mano a su barbilla.

Al apenas salir el sol quiso ir a ver a la princesa, pero Navier le pidió que no fuera ya que debía de estar muy cansada la menor, por lo que accedió a quedarse en la habitación de la reina en espera de la nueva dama de esta.

- Cuando venga Rose podrías ir a verla, quiero pasar tiempo con ella - informó, la castaña asintió ante lo dicho por su tan querida gobernante.

Unos toques en la puerta hicieron que la dama saltara emocionada, esperaba con ansias que fuera la princesa o aquella joven que la reemplazaría, pero anhelaba que fuera la primera opción.

Tiana corrió a la puerta de la habitación, inhaló con profundidad, por muy extraño que resultara ella adoraba a su ama, a aquella joven pelirroja que tanto le ayudó a ella y a su familia, Athenea se había convertido en alguien muy importante por la dama, y la prueba de ello es que había dejado el lugar donde nació, había dejado una vida atrás solo por su lealtad hacía la princesa.

Al abrir la puerta una decepción apareció en ella más se abstuvo de demostrarlo.

- Quisiera hablar con Su majestad, me ha pedido venir, seré su nueva dama de compañía - explicó la joven pelirrosa.

Tiana asintió levemente para después hacerla pasar, la dirigió al lugar donde estaba Navier, la cual al ver a la castaña le sonrió y asintió para que esta pudiera ir a ver a la princesa.

- Con su permiso, Su majestad, me retiro - hizo una reverencia la dama, para después salir de la habitación con el propósito de porfin ver a la razón por la que partió de su lugar natal.

• • •

Athenea se miró nuevamente por el espejo, sus ojos estaban centrados en aquel objeto, más su mente divaga, era como si su cuerpo estuviera allí más su alma no.

Una parte de ella, la mayoría más bien, estaba feliz de que finalmente había llegado a Occidente, que por fin estaba con su amado y con su cuñada, incluso se alegraba de saber que su cómplice de travesuras estaba allí, pero le dolía saber que solo sería por un corto tiempo.

La alegría del día anterior y el enojo de los anteriores le hizo olvidarse por un momento de lo que pronto sucedería.

Una pequeña parte de ella estaba aterrada, había conseguido tantos seres queridos que la idea de algún día ella no estar y causarles sufrimiento le dolía.

Entre sueños ella se veía postrada en una cama, su cabello oscuro y sin brillo, su cuerpo lleno de marcas oscuras, y con su padre llorando a su lado.

Pero también se veía con Tiana, esta le ayudaba a arreglarse, para después verse al espejo y ver una imagen borrosa de ella en un vestido blanco y con lo que parecía una tiara en su cabeza.

No sabía cuál era un sueño, o cuál una visión, y eso le carcomía por dentro, se iba a poner en peligro por su tan amado pueblo, y estaba bien con eso, con lo que no estaba bien era que había posibilidades de morir sin poder cumplir con todos sus sueños.

Protected » [Kosair]Where stories live. Discover now