CAPITULO 14 REGRESO A BOGOTÁ

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En cuestión de una semana Armando, Betty y Milagros volaron a Bogotá.

Fueron a recibirlos al aeropuerto del Dorado, Roberto y Margarita. A Milagros le dio mucha alegría volver a ver a sus abuelos que la colmaron de besos y abrazos.

Se sentaron el vehículo de los señores Mendoza y Betty cerro los ojos para descansar. Estaba agotada del viaje.

D.M: ¿Betty se encuentra bien? No tiene buen color de cara.

B: Solo estoy agotada..

Armando estaba impaciente por mostrarle a Betty la casa que había comprado.

Betty pensó que iban a la casa de sus suegros, pues salieron de Bogotá y a unos 30 minutos llegaron delante de una cancela grande de hierro de color negro. Esta se abrió automáticamente y el coche paso entre un camino de arboles y arbustos, hasta llegar a la puerta de una gran mansión victoriana.

En la puerta les estaban esperando el servicio. Un señor de mediana edad, moreno y con ojos castaños, llamado Rubén, varias asistentas que se encargaban de limpiar la mansión. La cocinera era una señora de mediana edad, rubia y ojos azules, era la mujer de Rubén, también estaban los jardineros que cuidaban del inmenso jardín que tenían con su correspondiente bosque.

Todos quedaron impactados al ver la casa, pues Roberto y Margarita no la habían visto.

A: ¿Te gusta mi amor, nuestra casa? - Betty estaba totalmente descolocada. Estupefacta la definiría mejor.-

B: ¿Nuestra casa? ¿Te volviste loco? Creí que buscábamos la casa entre los dos. ¿Podríamos hablar en privado? - Roberto, Margarita y la niña dijeron que se iban a ver los jardines, pues vieron a Betty muy tensa.-

A: ¿No te gusta la casa? Si todavía no la has visto por dentro.

B: Esto no es una casa, es una mansión y no, no me gusta, cuando yo pienso en una casa, me imagino un hogar muchísimo más pequeño, no un lugar donde me pueda perder. Yo quiero cuidar de mi casa, no tener un ejercito de personas al cuidado de ella.

A: Yo solo quiero lo mejor para ti y nuestra familia. Si encuentras a tus padres podrían venir a a vivir acá con nosotros y cuando vengan mis padres y mi hermana con su familia, podrían quedarse también acá, sin necesidad de ir a un hotel o a casa de mis padres. Podrían tener su propia intimidad.

B: Es muy grande Armando. No estoy a gusto acá. ¿Ya la has comprado o solo estamos viéndola?

A: La he comprado, además tiene unas caballerizas donde tengo a mis caballos.

B: Armando debiste consultarme. ¿Qué vamos a hacer? Te habrá costado un dineral. Quédatela si la quieres, pero yo pienso buscar algo más acorde para nuestra familia.

A: Betty no me hagas esto.

B: No, no voy a estar cómoda en esta casa, es demasiado derroche y muy opulenta. No soy una princesa... - Armando la corta.-

A: No, pero eres mi reina y te mereces lo mejor.

B: Menos es más Armando.

A: Échale un vistazo por lo menos.

B: No tengo ninguna duda de que es preciosa, pero desde ahora te digo que esta es tu casa no la mía.

Armando disgustado: ¿Quieres qué la venda?

Betty enfadada: Haz lo que quieras con ella, es tuya.

A: No es nuestra, la he comprado para nosotros.

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