6. I'm addicted to you (Anna Tsuchiya)

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Con la conversación de Deepak en mente, dos tazas de café en la mano y la voz de Anna Tsuchiya sonando a través de mis audífonos sonando, me abrí paso hacia mi habitación.

La decoración del lugar era producto de un tablero de Pinterest que Loretta y yo iniciamos cuando recién nos mudamos a la ciudad.

Paredes blancas estaban cubiertas de pósteres de mis bandas y animes favoritos, fotografías que llegué a tomar en una de esas cámaras instantáneas, una bandera panameña a la derecha de la bandera bisexual y uno que otro juego de luces de las que tanto se presumía en Tik Tok.

Sumado a eso, tenía unas cuantas ilustraciones hechas a mano con los prototipos del logo que diseñé para la banda y prototipos de pósteres que habíamos hecho para cuando tuviéramos nuestras propias presentaciones.

Al darme la vuelta me topé con la imagen más bizarra de aquella noche.

Charlie Méndez sentado en una esquina de mi cama, con unos coloridos calcetines de estampado de margaritas y con mi Fender Stratocaster verde sobre su pecho.

Sus ojos oscuros vagaban por todo el cuerpo de la guitarra, analizándola como si fuera algún tipo de artefacto alienígena y sus manos la sostenían con mucha delicadeza, como si temiera llegar a romperla si la tomaba con mucha fuerza.

Aquel agarre me hizo pensar un poco en la suavidad de sus manos. Después de todo era un bailarín y parte de su trabajo era sostener bailarinas mientras realizaban las pirouettes sostenidas, pero sin perder la fuerza para realizar los levantamientos.

Firme y delicado.

¿Acaso tendría un toque similar sobre la...?

—¿Qué estás haciendo? —pregunté antes de cerrar la puerta de la habitación y alejando cualquier pensamiento impuro de mi cabeza. 

Se sobresaltó y me observó con esos expresivos ojos suyos, pero no separó sus manos de la guitarra.

—Tocas la guitarra —señaló.

—No, mira que la tengo porque soy acumulador de instrumentos musicales —contesté, intentando cortar el nerviosismo que me provocaba con una mirada—. Sí Charlie, toco la guitarra.

El chico asintió y pasó los dedos por los trastes de la guitarra de una manera tan extraña que me inquietó un poco. Casi como si lo hubiera hecho a propósito.

O tal vez había pasado tiempo desde que me habían tocado como una guitarra y después de todo él seguía siendo un sexy chico sobre mi cama.

—Y... —Rasgueó las cuerdas, sacando un sonido desentonado que me hizo encogerme—. Tocas en una banda ¿cierto?

—Sí... —Abrí los ojos cuando me escuché decir aquello y negué—. No, tocaba en una banda... bueno, es un poco complicado.

Los labios de Charlie se curvaron en una sonrisa tan linda que me hizo sentir totalmente indefenso en mi propia habitación, el espacio donde solía sentirme más confiado.

—Chico complicado. —Esbozó una pequeña sonrisa—. Me gusta.

Intenté controlar el bi panic que esas dos últimas palabras provocaron en las ya de por sí delicadas fibras de mi sé y le tendí una de las tazas de café para luego sacar los billetes de mi bolsillo para lanzarlos sobre el escritorio.

Charlie observó el dinero antes de darle un sorbo al café, que aún estaba humeante.

—De Deepak y Ben conseguí sesenta dólares y una puteada —avisé desde la silla del escritorio—. Junto con nuestro dinero nos da un total de...

Winslow and the NightowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora