Extra II: New Year's Day (Taylor Swift)(Parte II)

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Charlie

En esos meses saliendo y conociéndonos más a fondo, había aprendido tres cosas sobre Winnie: era una persona bastante doméstica a la que le encantaba pasar los fines de semana en casa, su fuerte en la cocina era hacer recetas tradicionales de su mamá y año nuevo parecía ser la cúspide de su lado supersticioso.

—Ay por favor, no soy tan supersticioso —me contaba mientras paseaba por la sala de estar, moviendo con la mano derecha un pequeño ramo de hierbas secas que expedía algo de humo—. Ya sabes, solo las tradiciones normales... las que hace todo mundo.

Yo estaba sentado en el sofá de la sala, picando en cubitos las papas hervidas para la ensalada que prepararían y observando como Winnie corría por la casa como pollo sin cabeza haciendo lo que el denominaba como una limpieza energética con algo que llamaba sahumerio.

—Bueno Winnie, no todo mundo va por allí paseando por la casa quemando unas hierbas extrañas en año nuevo —le indiqué, aunque me daba algo de ternura cuando se concentraba mucho en algo. Fruncía el ceño y a veces se le inflaban las mejillas—. ¿Lo haces todos los años?

Él asintió mientras se movía a la esquina donde había un estante de madera con muchos cuadros con fotos familiares. En algunos podía reconocer su rostro, mucho más regordete y con su cabello castaño natural, junto a otros de sus familiares.

—Sí, ya te dije que lo normal —repitió, aun concentrado en su ritual—. Usar ropa de cierto color, quemar un muñeco con las cosas negativas del año, correr por la calle con maletas de viaje...

—¿Corres con maletas a medianoche?

—De hecho, hubo un año en el que no lo hice y no pude viajar dos años después de eso —respondió, golpeando el estante de metal y susurrando algo por lo bajo—. No me he vuelto a arriesgar desde ese día y mucho menos lo haré ahora.

Después de haber dicho eso último, el rostro de Winnie adquirió un gesto algo duro. Parecido al que tuvo cuando su mamá le empezó a besar las mejillas con mucha ternura o cuando sus padres estaban hablando en una esquina.

Estaba molesto por algo.

Me apresuré a cortar la última papa, limpiarme las manos con un trapo y centrar toda mi atención sobre él.

—A ver, dime que te pasa o me vas a obligar a...

Winnie detuvo su caminar por la sala y me observó.

—¿Me vas a obligar a...?

—Me vas a obligar a cargarte sobre mi hombro y darte vueltas como en una pirouette.

Una sonrisa se dibujó en sus labios.

—Oh por favor, eso no suena tan mal —contestó, tomando un pequeño tazón de cerámica y colocando su sahumerio en el interior. El humo había disminuido, pero el agradable aroma a hierbas aún se sentía en el interior de la sala—. Tengo una pregunta... Viviste casi toda tu vida con tus padres ¿cierto?

Sin estar muy seguro de a dónde nos llevaría la pregunta, asentí.

—Desde que nací, somos muy unidos —Elevé una ceja—. ¿Es porque no te los he presentado todavía? ¿Te preocupa eso?

Winslow se quedó en silencio y caminó hacia mi hasta dejarse caer en el asiento vacío a mi lado. Sin pensarlo dos veces, estiré mi brazo para rodear sus hombros y crear ese ambiente de confianza entre ambos, algo que él solía hacer mucho conmigo cuando solo quería descansar después de una larga semana en la compañía de ballet.

—No es eso... —Apoyó su frente sobre mi hombro—. ¿Las cosas cambiaron mucho cuando ellos se mudaron a Londres y tú te quedaste aquí? Porque casi nunca los ves y tampoco tienes el tiempo de viajar para visitarlos, me imagino que debe ser muy difícil.

Winslow and the NightowlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora