11

41 9 0
                                    

- Y te acuerdas cuando a la madrugada nos fuimos al Lago? – carcajea Max, su risa era como una cura a mis problemas, pero nada comparado a Jack

- Cogimos hipotermia por un mes – rio mientras el se acerca poco a poco.

- También me acuerdo de la promesa que hicimos – susurra el pelirrojo poniéndome nerviosa.

- ¿Ah, ¿sí? ¿Cómo era?

-  Siempre juntos, aunque el viento nos separe. Después nos dimos nuestro primer beso, creo que fue lo mas serio que tuvimos – ríe Max serio, como si quisiera recordar algo, pero no pudiera.

Sentí como me estremecía por los recuerdos de aquel día, toda venía a mi mente, la Luna llena, el beso, todo fue tan mágico. A la semana nuestros padres se enteraron de la infidelidad y nos tuvimos que separar y desde este día no he vuelto a saber nada mas de él. Supongo que estamos cumpliendo la promesa.

- Que seria te has quedado Campbell – mierda, el apellido, Jack, mierda porque todo me tiene que recordar a él.

- Estaba recordando ese día – contesto un poco incomoda.

-  Hannah – me llama Max.

- ¿Por qué has acabado metiéndote droga? – directa y concisa.

- Es un tema privado.

- Max por dios, llevamos conociéndonos desde que somos unos niños. Cuéntamelo, por favor.

- Al irme de Canadá y llegar a California había un montón de niños pijos, ya sabes, yo me metí con los que no debía, esos niños ricos me pegaban palizas días tras días y yo no sabia que hacer para que me dejaran en paz, por lo que me metí en una mafia no muy conocida y ya sabes como son esas, drogas y asesinatos por todos sitios, las 24 horas del día. Yo fui uno de los que mato a un pez gordo que ellos perseguían y me ascendieron al jefe. Hace un año toda la mafia se separo y me quede con mil deudas las cuales no podía pagar. Cambie de identidad y aquí me encuentro, con mi amor frustrado de cuando éramos unos niños.

- Guao, me imagine todos los escenarios posibles menos este, nunca pensé que todo eso te habría pasado. – digo sorprendida mientras el me dedica una bonita sonrisa.

- Hoy en día sigo intentando no recaer en la droga, y te puedo jurar con la mano en el corazón que esa droga no era mía. – esa era la promesa que hacíamos de pequeños, sentí como mi corazón latía rápidamente.

- Te quiero – sentí que tardaba horas en terminar esa maldita frase y acto seguido, lo besé. No se ni porque, pero lo bese.

Fue un beso dulce, nada comprado con Jack, y aquí el maldito deseo de volver a besarlo. Max me agarra de la cintura para acercarme más a él. Sentí su gran erección contra mi muslo. Intentó meter la mano por debajo de mi vestido, pero me separe de él dándole un leve empujón. No quería llegar a esa intimidad, y menos con él.

- ¿Porque te separas?

- ¿No está claro? No quiero llegar a eso contigo. Perdón, pero no soy de las lo hace en un parking público.

- Perdón, yo creía que...

Pero antes de que pudiera continuar yo ya me había dado media vuelta.

- ¿Me puedes dar al menos tu número para poder hablar contigo de vez en cuando? – pregunta y yo le marco mi número en su teléfono y me voy.

Al fin soy yo la que deja con mil dudas a los chicos.

35 millones de sonrisas junto a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora