Afire Love

X. Tametzona

Luz de luna -Yoongi

El cuerpo me dolía, me ardía la piel, tuve fiebre el día que Taehyung se fue. Mi ánimo estaba por el suelo, tenía sueño la mayoría del tiempo, había faltado al trabajo pues los pies no me daban para levantarme. No tenía apetito tampoco desde que él se fue. Sentía algo parecido, según Google, a lo que eran los malestares de un omega abandonado, pero en realidad yo nunca me enlacé con él. En medio de todo agradecía que él jamás hubiera cedido ante mis peticiones sobre eso, porque de ser así, seguramente ya hubiera estado muerto a esa altura, porque si así de fuertes eran los síntomas solo con su partida, si hubiera existido una marca... Quizá la historia hubiera sido distinta, supuse que era el resultado de los años que compartimos juntos.

Era agobiante, siendo sincero, y me sentí tonto, porque siempre supe que esta situación en algún momento podría suceder. Dolía tanto corporalmente, pero más dolía mi orgullo, porque creí que mi amor alcanzaría para ambos, que si le daba lo que a él le faltaba podríamos estar juntos. Pensé que en algún momento la luna se apiadaría de mí y reconocería todo mi esfuerzo, contrario a eso sentí que se rió en mi cara y le dio a Taehyung eso que siempre buscó y a mi me dejó la nada.

Me dolía el corazón al sentirme humillado, porque él no dudó en irse, él no tuvo que pensarlo dos veces. Todo lo que hice y todo lo que me esforcé, no lo valió y eso me desgarraba el alma. Abracé mis piernas aún sobre el sofá donde Taehyung me vió la última vez, la verdad es que no me había movido de ahí. Me daba miedo sentir que si me paraba y seguía con mi vida, el tiempo borraría cada rastro de él y eso me aterraba, así que no había tocado nada desde que se fue, ni siquiera me había bañado porque sentía que si lo hacía perdería su olor, su aroma a tierra mojada se iría del todo y quedaría solo en mi memoria y con el tiempo, olvidaría a qué olía. Solo habían pasado tres días desde que se fue, pero el dolor que sentía en mi corazón los hacía parecer tres años.

Todo me recordaba a él, mi cabeza estaba atrapada en miles de recuerdos que me rodeaban en esta casa, pensé que debía considerar irme de ahí ¿Pero a dónde iría? ¿A dónde iría sin él? ¿Y si él quisiera volver cómo me podría encontrar si me iba? Levanté la cabeza entre mis rodillas, pues me di cuenta de que estaba llorando sin notarlo. Vi desde el sofá la canasta de mandarinas que llegó el día que Taehyung se fue, quizá quedaban bastantes, no había comido nada más desde ese día. Luego recordé lo ridículo que seguro debí lucir al siguiente día, pensando que eso era una muestra de arrepentimiento, demostrando que queria regresar y me odié por eso.

De repente el sonido de timbre retumbó en todo el piso, sacándome de la nube negra de pensamientos en la que estaba hundido. No recordaba esperar a alguien. Tardé unos segundos en atar cabos y abrí los ojos emocionado ¡Debe ser Taehyung! Mi lobo estaba aún más emocionado que yo en realidad. Corrí hacia el baño y lavé mi cara con rapidez. El agua fría me robó ligeramente el aliento. Me miré en el espejo comprobando que en definitiva me veía tan acabado como creí que lo estaba, pero no le dí importancia, Taehyung estaba ahí. Como pude, regresé lo más rápido posible a la puerta, tosí un par de veces para no lucir nervioso envuelto en la manta que usé para cubrirme cuando bajó la temperatura, sonreí amplio y abrí la puerta.

Esperé mucho de la luna tal vez pues cuando abrí la puerta, contrarío a encontrarme con los ojos de Taehyung di con los ojos de Seokjin mirándome fijamente. Sentí un escalofrío recorrerme entero cuando vi sus ojos dorados, era ver el mismo sol en ellos. Estaba de traje negro con su abrigo en la mano, pareciera que estaba regresando de trabajar; sabía que Seokjin en realidad era heredero de una compañía de autos, por su padre al ser un alfa puro, no como Taehyung. Seokjin lucía impecable,y yo era el polo opuesto, tanto que me hizo sentir vergüenza y a mi lobo aún más. Lo sentí reclamarme por dejar que ese alfa lo viera en ese estado.