II. ¿Quién eres?

1K 136 293
                                    

El sol empezaba a salir, se colaba por una pequeña abertura de las cortinas causando que el peliblanco se cubriera con sus mantas y se volviera acomodar en su cama abrazando al Señor Zorro para seguir durmiendo.

—Tecolotito, es hora de levantarse.

Podía escuchar a su madre llamándolo pero su cuerpo pedía dormir otros 5 minutos más. Intentaba dormir otra vez, pero pudo escuchar como alguien tocaba su puerta y en respuesta, Kou soltó un gruñido.

—5 minutos más Má, es sábado....

—Bokuto-san, hoy tenemos partido contra Inarizaki y ya vamos tarde.

Al escuchar aquella voz en menos de un segundo estaba despierto y yendo abriendo su puerta causándole un mini brinquito de sorpresa a quien lo despertó.

—¡AGAASHE! ¡¿POR QUÉ NO ME DESPERTASTE ANTES?!

Su armador notó que el peliblanco tenía sus cabellos peinados hacia abajo, unos boxers color azul claro y con dibujos de búhos, una camiseta blanca cortada a la altura del pecho que dejaba ver su abdomen bien marcado y algo de baba cayendo por la comisura de sus labios. No sabía el porqué, pero ante lo que sus ojos veían le daba unas ganas inmensas de besarlo -y con aquel pensamiento, vino un sonrojo por parte del azabache-

—Tu madre lleva gritándote desde hace 10 minutos, vine a buscarlo porque había quedado de pasar por mi a las 10:30.

En ese momento Koutaro se daba una golpiza mental ¿Cómo pudo olvidar que se había ofrecido hoy a pasar por Akaashi temprano? Se lo había pedido justo cuándo venían de regreso.

Si había un concurso de quién olvida más las cosas. De seguro el gana el premio o se pelearía el primer puesto con el pescado azul que sale en aquella película de Pixar.

—¡Dame 10 y bajo!— dijo algo alterado y nervioso.

Cerro rápidamente la puerta dejando a su armador confundido y el a punto de explotar de vergüenza al tener todo su rostro rojo. Aunque le tuviera mucha confianza a Akaashi, jamás lo había visto con su pijama para el calor. Porque claro, cuando él se quedaba en su casa a dormir se ponía shorts o sus pantalones holgados y una camisa decente.

Con el único que duerme teniendo solo sus calzones puestos es con Kuroo. Pero porque ambos son como hermanos y se tienen toda la confianza. Pero que tú interés amoroso te vea semidesnudo, le causaba a Koutaro un colapso en todas sus emociones.

Rápidamente, tomó su ropa de entrenamiento -que era básicamente unos shorts blancos y una camisa azul marino- y se cambió en un segundo. Fue al baño que tenía en su recámara, cepillo sus dientes y peino su cabello con algo de gel para formar sus característicos picos.

Tomó su maleta dónde traía sus demás cosas para el entrenamiento y en cuanto abrió la puerta se percató de que Akaashi ya no estaba, pero escuchaba las risas de sus madres proviniendo desde la cocina. Bajo las escaleras y desde el último escalón, sus ojos presenciaron una escena que le endulzaba el corazón. Akaashi sonriendo mientras comía algo rosado que aprendió a hacer su madre en aquellas tierras mexicanas -merengue-. Se veía que el azabache lo estaba disfrutando y Koutaro no pudo evitar también sonreír mientras un leve sonrojo aparecía en sus mejillas.

—Oh, Kou cielo. ¡Ya despertaste!

—Um, sí madre...ejem, buenos días— los nervios se podían sentir en su voz.

Koutaro intentaba disimular que se había quedado embobado ante el encanto de su armador pero Nemuri y Akali vieron todo en primera fila y ambas se miraron con una sonrisa sabiendo que había algo entre esos dos.

¿Eres...mi mellizo?Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ